martes, 6 de febrero de 2018

MayAmericana 2017 / 18







BRASIL
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 Nunca pensé que finalmente cruzaría el océano, había demasiadas cosas por ver y hacer en mi trozo de parcela todavía. Y aunque no era una prioridad, lo que son las cosas y las vueltas que da la vida, ahora tengo en Brasil ni mas ni menos que a mi nieta Maya, los mas avispados ya intuirán el porqué del titulo. Y una vez allí, ya que estaba, no podía desaprovechar la oportunidad de conocer aquellas inmensas tierras.
Evidentemente de la única manera que yo concibo un viaje de placer, en moto. Y sobre esto va el relato. Agradecer la comprensión y paciencia de Alba, mi mujer y compañera de viajes y la de mi madre Luisa a la que sin duda hice sufrir.
Esta vez tengo el tiempo y recursos para llevar a cabo este largo viaje. Tres meses de los cuales 45 días han sido encima de la moto.
Después de mucho mirar, decidí que llevar mi BMW Gs no era viable ni por costes de transporte ni por manejabilidad. Alquilar tampoco es una opción para tantos días y ajustado presupuesto.
Desde Barcelona empecé a mirar motos en paginas brasileñas de compraventa, y por poco mas de lo que me costaría llevar la mía podría comprar una allí. Lo primero, centrarse en el modelo y una vez decidido cual era... a por ella!
Esta fue la afortunada...




Una Yamaha Teneré 250 cc. Muy popular en Brasil, y muy fiable. Esta en concreto, tenía 62.000 kms.



Mientras llega el día de empezar mi viaje en moto no me falta entretenimiento en acabar de perfilar las rutas y pasarlas al que sin duda es mi ángel de la guarda. Mi veterano navegador al que ya conoceréis .
Y mas o menos salió una cosa así...




Llegó el día esperado, mi enamorada como acertadamente dicen los brasileños, me llevó al aeropuerto y nos despedimos, con tristeza ya que no nos veríamos en muchos días
Un largo e incómodo viaje con tres escalas de por medio. Barcelona- Franckurt- Rio- Florianópolis, solo destacable el Aeropuerto de Tom Jobim en Rio, donde la samba y la bossa nova no dejo de sonar en las cuatro horas de escala. ¡Que grandes!
Llegada a Florianópolis (Floripa) a media mañana. Abrazos y besos...Muchos besos. Acabo de conocer a mi nieta.
Nos embarcamos en el coche y vamos al centro de la isla, donde empezamos una carrera para hacerme con tantos papeles y permisos como sea posible. No es fácil para un extranjero la compra de un vehículo en este país.
Lo primero que hace falta es el CPF, un documento aquí en Brasil, necesario para cualquier transacción.
Y para obtenerlo, hay que pagar una tasa en el banco y para pagar la tasa es necesario una carta de convite, una dirección, un pasaporte...vaya que no es fácil. 
Esos papeles como imaginareis hay que guardarlos como si de un tesoro se tratara. Siguiente paso ir al Cartório (una gestoría) a que me reconozcan la firma. Se puso a llover y para proteger los papeles y salvarlos de la lluvia, los metí debajo de la chaqueta, con tan mala fortuna que los perdí. Volvimos sobre nuestros pasos, pero no los encontramos. Afortunadamente, del documento mas importante me dieron dos copias, cosa por lo visto poco habitual, con lo que pude ir y dejar mi firma estampada y reconocida.
Faltaba ir a la Vistoria (ITV), donde después de mirar chasis y luces y hacerle cuatro fotos, ya podía empezar a hacer el cambio de nombre de la moto.
Esto último ya quedaría para otro día. El de hoy ya ha sido bastante intenso, ahora tocaba comer en un buffet típico de aquí. A quilo se llaman y su modo de funcionar es servirse un plato y pesarlo al final del mostrador. Si no se llega a un peso determinado, que era mi caso, se paga el precio estipulado y si te pasas de ese peso, se paga un poco más y pasa a ser buffet libre.
Salimos del bullicioso centro y vamos al sur de la isla, un sitio tranquilo fuera de los meses estivales.
Por fin puedo deshacer la maleta y descansar.
Mi primer día en Brasil ha sido agotador.
Pasaron unos días con la moto aparcada en el garaje, quería disfrutar de la familia y el lugar, visitando playas y fotografiando fauna variada.






Las tablas de surf, son un complemento casi imprescindible en motos y bicis en esta parte de la isla.







Indagué sobre posibles seguros para los países a visitar, pero me fue difícil dar con uno. O sea que iré sacando seguros en las fronteras que cruce. La moto tiene su seguro obligatorio que va asociado al impuesto de circulación DVAP  se llama. Y yo me he sacado un seguro personal de viaje. De momento vamos bien.
Estamos en Octubre, primavera y el tiempo es cambiante. Bastantes días de lluvia, que me ayudan a decidirme a meterle mano a la moto.
Lo primero que quiero es desmontar tanto como me sea posible , para ver como está y que me voy encontrando. Limpiar. engrasar, reapretar, etc.







Todo lo que esté en mi mano y me ayude a ir conociéndola mejor.
Una vez visto su buen estado, hace falta cambiar consumibles como transmisión, ruedas, pastillas de freno y apretar el muelle trasero de la suspensión, que la noto muy blanda. Aunque una vez en el taller, alguna cosa mas salió, como los cojinetes de dirección.
 El dependiente tenía un día malo.



Ahora si, ya podía ir a pasar la ITV, y ponerla a mi nombre.
Ya de vuelta al garaje, le he quitado algunas cosas que a mi, no me van a servir, como un control de crucero poco fiable, unos paramanos que tocan la pantalla y una especie de antena , que llevan muchas motos por aquí, cuya función es cortar los hilos de las cometas que quedan enganchados por todas partes y así evitar cortes sobre todo en el cuello.
Y con todo esto fuera . ahora ya tenía mas espacio para mis gadgets.
El soporte para el navegador, que usaría a diario y el del teléfono, que usé un par de veces.




Este bidón los arrastraría casi todo el viaje, aunque dentro de la maleta. Lo usé una vez que dudé y lo tiré. Siempre he encontrado gasolineras o gasolina.




Y estas bolsitas que se morían de asco en casa, aquí van a hacer su función, para llevar alguna herramienta.



Unos pocos recambios para el viaje, como unas manetas de freno y embrague, una cámara para la rueda trasera, algún cable de mando , etc. Y ya está la máquina lista para salir....
En lo que respecta al equipaje, todo tiene que caber dentro de el rulo, la maleta es para las cuatro cosas de uso diario y el dichoso bidón.

                                  BRASIL





El día 21 de Octubre, tras una noche de despedida y fiesta, donde corrió la cachaça salgo de Floripa entre nervios, sueño y un día gris con previsiones de agua.




La salida de la isla es complicada por el tráfico intenso y las grandes vías. A media mañana ya voy circulando con menos tráfico pero con una lluvia que no me dejara hasta la llegada al primer hotel del viaje.
A pesar del agua, voy tomando el pulso a la moto y a lo que nos rodea. Nos quedan 13 o 14.000 kms. por delante, por lo que el ritmo es tranquilo, muy tranquilo. Tanto que en ocasiones estorbo a los muchísimos camiones que circulan por un país que no tiene ferrocarril. Y en condiciones de lluvia y carreteras rotas eso supone tragar mas agua y baches.
Estos primeros días mis tiradas has sido de entre 300 y 400 kms.





El primer día ha sido pasado por agua y he llegado a Joçaba, un sitio sin demasiado interés y pelado de frío. 
Primeras charlas en portugués , con el recepcionista motero del hotel.Es mas fácil formular una pregunta que entender la respuesta...
Salida temprana en otro día gris con frío y lloviznas que se acabaría arreglando.
La moto va muy bien y transmite buenas sensaciones. Ayudan las ruedas mixtas que monté, sorprendentemente  en agua se han portado estupendamente. 
Las carreteras estas, son un enjambre de camiones de 26 mts, que en las bajadas y a 110 o 120 kms/h acojonan bastante. Y lo malo es que en subidas con mis 20 cv, tampoco me lo ponen fácil. 
Después de comer en un buffet de kilo, la tarde se ha arreglado y he llegado a mi segundo destino, Capitao Leonidas  Marques. Un sitio con el mismo interés que el del día anterior, ninguno, pero he cenado y dormido de fábula que no es poco.
Hoy ya tengo un destino especial marcado en la ruta. Tres horas de lucha entre camiones y he llegado al Hotel Colonial de Iguaçú, que como su nombre indica, es de ese estilo, muy grande y bonito por fuera y bastante anticuado por dentro. Pero a un kilómetro escaso del parque nacional.




Con bastante calor, he descargado la moto, me he puesto el kit de  turista y me he acercado con la moto al parque.
Con la entrada comprada, la moto se queda en el parking y yo cojo un autobús que nos acerca a cientos de curiosos hasta las mismas cataratas.
Es un día de esos en que se amortiza la cámara. Espectacular!








Vistas y disfrutadas las cataratas, un poco de relax en el hotel. Y me decido , me armo de valor y llamo a una tienda de recámbios en Foz D´Iguaçu, donde quiero preguntar y entender si es posible, si tendrían una visera para mi casco. Un casco que también he comprado de segunda mano aquí. Y en el uso diario me he dado cuenta de que la pantalla, está muy mal. He conseguido que me entiendan y entenderlos, y sí, la tienen.
Cargada la dirección en el GPS, para Foz que me voy. Está a algo más de media hora del hotel y es una ciudad grande y fronteriza con Paraguay. He llegado...a un descampado, aquí no hay nada mas que barrios con muy mala pinta. Los mapas que llevo en el navegador, funcionan muy bien por lo general, pero con las direcciones en ciudades, no acaban de afinar.
Si es menester lo actualizo...



 Cruzando esos barrios fronterizos, yo diría que ligeríto, consigo dar con el sitio con la ayuda de un mototaxi, de los que hay muchos en todas las ciudades grandes de Brasil que he visto, y además este era paraguayo, por lo que nos hemos entendido mejor.
Pero encuentro la tienda cerrada, he llegado tarde, pero ya sé donde está, a la mañana siguiente, antes de irme me acercaré.
De vuelta al hotel, me encuentro una buena foto.



Al día siguiente salgo tempranito y voy de nuevo a por la visera. esta vez, tengo el punto marcado y llego a la primera.
Por 40 reales, unos 11€, no solo me la venden , sino que hasta me la montan. Han estado un cuarto de hora por lo menos.
Ahora si, veo el mundo de otra manera.
Un día radiante, una salida rápida y listo para seguir camino.
En un tramo de autovía mis indicaciones me marcan a la izquierda. Ya empezamos con los líos. Aunque aquí las autovías cada ciertos kms. tienen lo que llaman retornos, que consisten en poder hacer un giro de 180º en la autovía, saliendo por el carril izquierdo y usando el otro carril izquierdo contrario, como aceleración. A veces hay un poco de isleta otras no. Pues yo tenia uno en frente mio, hago un cambio de sentido y a ver donde me manda el navegador. Nada mas hacerlo, me manda a la derecha...derecha ? Si, parece que sale un camino, miro, dudo un poco y veo salir un camión. Pues si pasa este , paso yo. Y así que me meto y empiezo mi primera pista brasilera.





Una buena pista roja, que me ha llevado tranquilamente entre fazendas de campos inmensos con sus granjas y casas repartidas, da la sensación de que aquí hay sitio para todo y para todos.
Han sido unos 10 kms . pero el primer contacto ha sido muy agradable, aquí todo se vuelve un poco más amable, los pequeños pueblos están bien cuidados y limpios. 
He empezado en el estado de Paraná, donde la selva ha sido arrancada para plantar inmensos campos dedicados a la producción de biocombustible. Y he acabado en el estado de Matogrosso do Sul, donde se retrasa una hora el reloj, al cruzar el puente sobre el río Paraná de 3.600 mts. de anchura.
A partir de este punto , el paisaje es más duro y menos amable de nuevo. En este lugar han preferido cambiar la selva por pastos para el ganado.
Llegando a Navarai, unos poblados de barracas a pié de carretera, donde el ruido del tráfico tiene que ser infernal, veo de refilón que son habitadas por indígenas abocados a la indigencia . 
Parece, que en este país se puede construir casi donde se quiera, pero en los arcenes de carreteras, hay señales avisando de que antes de construir al lado de la carretera, infórmese. Lo cual ya da a entender que se hace sin informarse o pedir permisos.
Pasada la noche en buen hotel de carretera ( en general los hospedajes en los que he estado de Brasil, son de una buena calidad y un precio que al cambio rondará los 30€ con una buena cena ), me espera una ruta larga y aburrida de mas de 400 kms. por rectas interminables, hasta el turístico pueblo de Bonito .
Una tirada larga de 250 kms y parada para comer en bufet de kilo. Siempre llego tarde, para comer se empiezan a poner a mediodía. Pero comí y tomé café con unos cigarrítos.
Aquí fumando en la terraza del bar, es un buen sitio para practicar el idioma.
Primero ha venido a mí el que era como el capo de un club motero. Que se lleva mucho el ser de uno si tienes moto, y sobre todo tener pegatinas.




 En alguna ocasión, como en esta, me han pedido, pero yo, no llevo. Y claro, que moto va a tener el boss del club?...la diosa del lugar , la adorada, la mas grande...la Hayabusa. Con este solo podía practicar la escucha, mientras me mostraba vídeos de concentraciones, donde por supuesto quemar rueda, era lo mas. De los vídeos, y ya que había confianza, hemos pasado a los audios de wattsapp. aquí yo ya no sabía que cara poner, él me miraba y se reía de lo que decían. Quería dar por acabada tan amena charla, pero me frenaba....espera...escucha este...le parecía la bomba al tío. No comprendía que no lo pudiera entender, con la gracia que hacía.
Se quedó sin audios y se fue, entonces empezó la charla con un camionero. Con este si que pude practicar un poco, y era de esas tranquilas charlas, que si no pillas algo, te lo explican hasta que lo entiendas. Me contó unas cuantas veces la ruta que debía tomar para llegar a mi destino, que aunque ya la tuviera clara me gustaba escuchar. Yo le conté mi ruta hasta la salida de Brasil y entonces empezó a prevenirme. Primero con los animales que se me podrían cruzar en la carretera en la zona del Pantanal y después se regocijó con los peligros de la frontera con Bolivia en Corumbá. 
Bandidos decía en voz baja, mientras hacía el gesto con la mano de una pistola y se reía socarronamente.
Todo un personaje, poniendo su granito de arena en la bolsa de los prejuicios. Por mucho que intente llevarla vacía, la gente parece tener el empeño de que ya que la llevas ...llénala!
Ya antes de iniciar el viaje, hubo todo tipo de intentos. No abras la boca! Que no se note que eres gringo! Y la de ir solo, es la mas recurrente, allí y aquí.
Pero no puedo estar callado, es tan evidente que soy gringo, que no lo puedo esconder y por supuesto voy solo. Y hasta ahora no he tenido mas que buenas sensaciones. 
He llegado temprano a Bonito pero demasiado tarde para hacer la visita que quería a La Gruta del Lago Azul , por lo que ha tocado tarde de relax, revisando la ruta de mañana por la que hay mucha pista.
Hoy para cenar un bocadillo que me he hecho en el supermercado  y como comedor la plaza del pueblo.



Con estos peces gigantes como reclamo.
Aquí la temperatura es buenísima y aprovechando que hoy tengo piscina, un baño nocturno va a ser un fin de etapa perfecto.

Madrugando mas de lo habitual, lo preparo todo y me voy a ver la gruta del lago azul. Son unas visitas guiadas y la primera era a las nueve. Nada mas empezar ya me encuentro una pista que me lleva por buenos parajes hasta el aparcamiento de la gruta.




En el aparcamiento de húmeda tierra, pongo la pata de cabra y mientras me quito el casco, se hunde y moto al suelo. La primera. Por lo menos yo no estaba. El chico de recepción que se ha dado cuenta, ha salido como un rayo y me ayuda a levantárla. Un vistazo rápido y... no hay mas que enderezar un espejo. Pero el chaval esta bastante preocupado revisando la moto. Hay que decir que esta es una moto muy deseada por aquí.
Me coloco ahora otro tipo de casco y a visitar la gruta...

Un descenso empinado



Y se llega al lago




Donde se dice aquello de....Me haces una foto ?



Al fresquito de la gruta no se le da valor hasta que sales fuera. La temperatura se había disparado y no eran ni las once de la mañana.
De nuevo encima de la moto, retrocedo un poco y voy a un cruce del camino principal. He de decidir si vuelvo por donde vine y coger una carretera asfaltada de 190 kms., o seguir la pista que tenía marcada. 
Las dudas vienen a raíz de la chica del hotel que me dijo que el camino, era tan malo, tan malo, que ella no había pasado nunca.
Y claro, me fui por la pista, aunque realmente no sabía muy bien cuantos kms. tenía por allí. Ya que estoy viendo, que muchos tracks que creía asfalto, son caminos.
La moto tiembla mucho, nos pasamos apretando el amortiguador y ahora va como una tabla. Tiembla todo. Si voy sentado me tiembla tanto la cabeza que no veo bien. Me da miedo que rompa por algún sitio.
Pero las vistas siempre valen la pena. Como este hormiguero. Poco a poco fui viéndolos a miles.




Han sido 70 kms. de pistas variadas. Rápidas, de arena, de piedras.
Me lo he pasado pipa, hasta que mi ruta dice de pasar por medio de una fazenda . Y entre la puerta de entrada y la casa, para pedir permiso de paso, pueden haber 20 kms. por decir algo. Y como no se si les iba a hacer gracia, me veo y me ven la vacas dando la vuelta. No hay nada peor que tener que deshacer camino.
Ahora sé todo lo que me queda hasta Bonito bajo un sol abrasador. La pista ya no se hace tan divertida y entre las frecuentes paradas para beber, cada vez voy más deprisa.
 Este viaje solo tiene una premisa, no me puedo caer, no me puedo hacer daño, nadie me va a levantar. Y de momento, solo se ha caído la moto...Esto no va con ella, yo la levanto. 
Pues eso, yendo deprisa, esas premisas se vuelven mas difíciles de cumplir.
En un cruce de caminos hay un triste bar de madera, donde antes vi camiones parados, ya es tarde para comer, pero para beber no y me siento deshidratado, el calor está haciendo mella en mi .
Llego de nuevo al punto de partida, lleno el depósito de la moto que también se deshidrata y yo, bebo y bebo, pero no consigo quitarme la sed. Ya se ha hecho tarde, pero tengo cobertura, por lo que aprovecho para dar noticias de vida y coger un hotel en Miranda a unos 190 kms.
Tengo la espalda dolorida, pero no es la única. El navegador hoy se ha quejado. Se me ha apagado un par de veces hacia el final del camino. Yo imagino que el calor sumado a los fuertes temblores, hicieron que fallara. Por suerte, esto no volvería a pasar en todo el viaje. Sin él, sin duda alguna , esto no sería lo mismo.
He hecho este último tramo, todo asfaltado y recto de una tirada.
Poco antes de llegar al hotel, cambio el aceite de la moto y tenso la cadena. Pero lo que mas quería, no ha podido ser, busqué en varios talleres en el pueblo, y ninguno tenía la llave específica para aflojar el muelle de la suspensión.




Creo que estar rojo como un tomate, con palpitaciones, podría ser un golpe de calor. Así he llegado al hospedaje de hoy.
Nada más cerrar la puerta, lo dejo todo en el suelo y me meto debajo de una ducha de agua fría, hasta que me he ido notando mas estable.
Una vez bien refrescado, ya veo mejor donde estoy. Son como unas casas de dos plantas rodeadas de jardines en un ambiente relajado.




El Hotel Indígena, lo regenta una amable familia, que me acompañaron a  la plaza para mostrarme donde cenar bien y también hubo algún apunte sobre la ruta de mañana, que transcurrirá por El Pantanal. Hay un punto que pasado un puente, y ver un par de casas de madera, debería pararme, si quiero ver caimanes.
Vaya si quiero !!

Ya recuperado del día anterior, pongo dirección a Corumbá, poco mas de 200 kms. hasta mi última ciudad brasilera en esta primera etapa,
El Pantal, a pesar de ser una perfecta recta de carretera, se muestra interesante y enigmático .
 Se percibe la selva a ambos lados y se intuye mucha vida ahí adentro.



Tengo que ir esquivando los buitres que se cuentan por centenares en cualquier punto de la carretera, a pesar de las señales que advierten de lo conveniente de reducir la velocidad, para salvaguardar la vida animal, son muchos los extraños animales que yacen muertos. Y los buitres hacen su trabajo.
También hay muchísimas mariposas, parece que lluevan, a estas ya me cuesta mas esquivarlas, la moto y yo, quedamos llenos.
Unos días después me contarían una historia de una gringa muerta no hacía mucho a manos de los indígenas del Pantanal . Esa historia por suerte ya no entraba en la bolsa de prejuicios o miedos. Yo lo estaba disfrutando mucho.




Me adelantan un par de motos gordas y me saludan, algo no muy habitual. Las motos grandes, no saludan a las pequeñas, y si adelantan menos, lo mas que pueden hacer es pasar muy cerca como para marcar paquete.
Pues estos me saludaron un par de veces ya que se paraban y los adelantaba yo también.
En la última que los vuelvo a ver parados , veo el puente y las casas de madera.. los caimanes !!!
Me paré yo también, como lo había hecho un autocar con turistas.
Aparque al lado de las motos gordas y dejé el casco encima de la moto como ellos. Nada más cruzar la carretera, ya vi abajo una laguna y los caimanes.
Los turistas se hacían fotos con ellos y los tocaban entre risas nerviosas.
Personalmente me parece una falta de respeto tratar a animales salvajes como a gatos.
Pero allí estaban esas bestias con caras antiguas, habían mas de media docena, rodeados de gente y de buitres. Curioso paralelismo.
Yo me conformo con verlos y fotografiarlos.




Ya visto, y una vez en la moto, coincido con los moteros brasileros y charlamos un rato, lo típico, a donde vamos, de donde venimos...ellos iban hasta Corumbá y vuelta a Rio. Yo iba a cruzar la frontera les dije. La frontera ? Pregunta uno de ellos que hablaba algo de español. Un tío de Rio de Janeiro !! No es muy, muy peligrosa, pero vigila con los bandidos. Lo típico vaya !
Me están cargando tanto la bolsa , que al final voy a ir cagao si hago caso de todo el  mundo. Por mucho que lo intente, me resulta difícil impermeabilizarme a todas estas alertas.
Seguimos ruta, cada uno a su ritmo y por la tarde , llego a Corumbá
Antes de llegar al hotel quiero mirar de encontrar algún taller para aflojar la suspensión y quizás algún banco donde cambiar moneda.
Empiezan a caer cuatro gotas gordas. Eso significa chaparrón en breve.
Cambio de idea y voy directo al hotel. Aparco en frente , y es bajar de la moto, entrar en recepción y cae una tromba de agua. En cuanto afloja un poco salgo fuera a entrar la bolsa y me sorprende que la lluvia es caliente. El ambiente es bochornoso.
Entre la climatología y la calle donde estaba, me recordaba al New Orleans de las pelis.
El hotel, el peor de todo el viaje. Parecía un mueblé antiguo y sucio. En la misma recepción me dan una pastilla de jabón y una toalla. Por largos y oscuros pasillos , llego a la habitación donde el suelo de baldosas rotas soporta una cama doblada, quizás por el amor, a saber. Con todo el calor que hacía, no tuve lo que hay que tener para ducharme, vengo curtido y mas que me estoy curtiendo, pero esa ducha es otra categoría. Por lo menos tiene aire acondicionado. Un aparato viejo, ruidoso y medio roto, pero enfría. Lo pongo en marcha ( on/of ) y me voy de allí a comer algo y a dar una vuelta.
En los bancos de aquí no cambian, por lo que dejo el tema aparcado, ya cambiaré mañana en la frontera.
Pero he encontrado un concesionario de Yamaha, donde Pinheiro un buen mecánico y mejor persona, se entretuvo un buen rato con la moto .




  Le aflojó el muelle, la engrasó y tensó la cadena. Me hizo salir a probarla y aflojamos un poco más. Finalmente no me quiso cobrar nada, pero se ganó una propina y un amigo. Un gran tipo!

Aprovecho y voy a darme vuelta por el viejo y desvencijado puerto fluvial de la ciudad.




 Me sabe hasta mal, andar tan a gusto y relajado por esta vieja ciudad fronteriza, pero es lo que hay, no veo nada que me haga estar alerta.
Si no fuera por la habitación que me espera, sería perfecto. 
He llegado después de cenar en medio de un vendaval que se llevaba mesas y sillas de las terrazas, y en el húmedo pasillo antes de abrir la puerta, ya se notaba el frío aire de mi habitación.
El dilema era, o calor o ruido.
Mi peor noche sin duda.

                                      BOLIVIA




Tenía puesto el despertador a las 5.30, pero media hora antes ya estaba en pié, no podía mas con aquella tortura de habitación. He pasado una noche perra, por todas las incomodidades de la habitación y por la angustia del paso fronterizo.
Una hora mas tarde ya encima de la moto y en veinte minutos he llegado a la frontera.
Casi no había nadie. Mira que bien!!
Paso unos guardias, los miro, me miran, no hay ningún gesto, pues sigo. Pienso que un poco mas adelante encontraré otros que me hagan parar, y si, los encuentro, pero ya son bolivianos. El amable agente, me deja dar allí mismo la vuelta y volver al punto de inicio.
Me informan que no sellan pasaportes hasta las 8.30. Dos horas de espera, entre nubes, lluvia y conversaciones con los taxistas que por allí pululan.
A donde vas, de donde vienes...solo ?? Lo normal.
Uno decía...vigila si vas al salar de Uyuni . Es muy peligroso. Se han perdido familias enteras. Está muy lejos... pero sobre todo, no vayas sin guía! 
Y acabó sentenciando...yo no he estado nunca.
Estas advertencias ya no me afectaban en absoluto, sin darme cuenta esa bolsa mía, se iba haciendo mas impermeable a los miedos de los demás. Y al mismo tiempo se aligeraba de los míos propios.
Llegado el momento , he sellado el pasaporte en dos minutos, pero  el paso de la moto ya se ha complicado un poco mas. La chica de la frontera brasileña quería que rellenara no sé que papel, al ser yo extranjero con moto local a mi nombre, no sabían muy bien como o que tenían que hacer. Finalmente, no hemos hecho nada y ya he ido al lado boliviano. Ya estoy en Bolivia, no solo se atrasa el reloj una hora. En uno de los países mas pobres del mundo todo desgraciadamente se atrasa...y mas de una hora. El impacto que me produce es similar al que he tenido en Marruecos, es instantáneo el cambio al cruzar la frontera. La pobreza y la suciedad se palpan, pero aquí me entiendo y me entienden mejor.
Ya hay mas gente haciendo cola para sellar el pasaporte, son lentos, muy lentos. Pocos agentes de aduanas para atender, pocos medios en general. Y poca consideración por los que hacemos cola en una acera de tres palmos, mientras pasan los camiones rozando a la gente. 
Sello el pasaporte al cabo de una hora tras rellenar papeles con las manos húmedas por la lluvia. A diferencia de los locales que quieren pasar a Brasil, a mi ni me han pedido fotocopias ni tasas que pagar.
Ahora solo me queda pasar la moto. Aquí he visto un exhibición de lo lenta y desesperante que puede ser la burocracia aduanera.
Estando solo en un departamento con unos diez agentes de los cuales dos son para mí, me han mareado durante una hora y media mas.
Aquí si he tenido que hacer fotocopias, luego hemos bajado a inspeccionar la moto, y otra vez de vuelta arriba a hacer un informe. Donde uno dicta y el otro lo transcribe en el ordenador. Pregunto donde puedo sacar un seguro, hoy es sábado, me dice, y la oficina que está aquí cerca no abre. Pero...Pero nosotros no pedimos el seguro.
 Entiendo que es algo similar a lo que hacen en Brasil. 
Los primeros días iría buscando donde hacerme con un seguro , y a los últimos ya ni me acordaba. Es algo de lo que no estoy orgulloso y mas cuando el precio para un mes puede ser de poco mas de 15€, pero la cosa fue así. Finalmente con mi papelíto de importación temporal ya puedo irme a desayunar. 




Antes del desayuno he cambiado moneda y he puesto un chip en el teléfono, fácil y barato. Y ahora sí, es medio día y desde que me he levantado hoy, no tomé ni un triste café.
Devorando una empanada, me doy cuenta de que todas mis angustias se han disipado, me encuentro relajado y eufórico, ya estoy en Bolivia!!
Me pongo en marcha bajo una fina lluvia y circulo entre viejos camiones humeantes y tronadas carreteras. Son los mismos que conocí en la Barcelona pre olímpica. Entonces nosotros comprábamos chatarra a holandeses y alemanes, ahora ellos la compran a otros.
Paro en mi primera gasolinera bolivíana y lo primero, es que hay que hacer cola. Dos chicas con poca maña y con ropa de empresa bien ceñida, son las encargadas de repostar. La gasolina en este país tiene dos precios, 3,20 bolivianos para los locales y 9,20 bs. para extranjeros. Casi el triple! 
Para los extranjeros, tienen que hacer una factura con todos los datos, matricula, nacionalidad, pasaporte etc. Y para hacerlo, hay que tener experiencia, ganas y los medios. Y estas tres cosas juntas no se encuentran siempre.
En este caso, la primera chica, no tenía experiencia, y la segunda no tenía ganas. Por lo que lo mas fácil para ellas fue ponerme gasolina a precio local. 
Me fui encontrando con todas las variables, los rigurosos, que aunque les pidiera local, me harían toda la ceremonia y a precio para extranjero, otros me lo harían sin factura a un precio a medio camino, ganando el operario la diferencia. Aquí ya puede entrar el regateo. Y luego estaban los... o que no tenían la máquina moderna o no lo sabían hacer. Aquí en este caso, la solución era dejar la moto aparcada a unos metros del poste y llenar a precio local un cubo, que ya tenían a punto junto a un embudo y que uno mismo se pone.
Todo esto en gasolineras, luego están los particulares, aquí el regateo era importante, aunque cuando acudes a ellos es porque vas necesitado en sitios apartados, y claro mucho, mucho no se les puede regatear.



Ya puedo proseguir, he cambiado de país pero sigo en el Pantanal, quizás algo mas sucio, pero las mismas rectas y los mismos buitres. Pero hay algo nuevo. Vacas! Muchas vacas sueltas pastando en los arcenes y cruzando tranquilamente de un lado a otro.
Durante los primeros kms., todavía me mosqueaba si veía un coche por detrás o saliendo de un camino. Finalmente ha sido una ruta tranquila, sin incidentes ni bandidos.



A media tarde he llegado a mi destino de hoy, Robore. He preguntado a cuatro personas del pueblo por el hotel, y cada una me ha enviado a un sitio distinto. Especial mención al taxista del pueblo que me enviaba a 20 kms del lugar. 
Esto me a pasado en varias ocasiones, es como que antes de decir no lo sé, te mando a algún lugar. Aquí preguntando podría llegar a Roma...
Finalmente encontré el hotel en una calle de tierra, como la mayoría de calles de estos pueblos.
Un fantástico y tranquilo lugar, donde comí hasta reventar , conocí a la mangifera , y dormí como un niño.






Otra jornada más, hoy tengo previstos 400 kms. de rectas hasta Santa Cruz. Es duro con esta moto y este casco  y mas como hoy si hace viento. Al cruzarme con los camiones el golpe de aire me gira la cabeza involuntariamente, el casco ha resultado ser, a parte de un poco grande,  muy malo y me está haciendo roce en la frente.
He repostado un par de veces, y me he dado cuenta de que no les hace falta mirar la matrícula para saber que soy extranjero, con llevar casco es suficiente y si encima la luz está encendida, blanco y en botella,





Eso sí, a veces estas paradas , son todo un festival de risas y color.
El queso que repartía esta mujer , parecía ser mas bueno que la gasolina.
Mi evidente aspecto de turista , también hace que me paren en los múltiples controles de carretera. Y aunque los voy sorteando sin problemas, intento pasar mas desapercibido apagando las luces, y haciendo lo que los locales.
Si por ejemplo hay un coche detenido en un control, no te quedes detrás de él, como un gringo. Adelántalo! ya sea por el arcén o por el carril izquierdo. Al principio da reparo, pero finalmente ves que es lo normal. Lo normal es que una moto con tres chavales sin casco, pasen por detrás del agente y ni se gire. 
Aquí la moto es el medio de transporte básico familiar. Motos chinas de 125cc. con todos los miembros de la familia a bordo y si hay un casco , que es pocas veces, es para el conductor.
Llego a Sta Cruz a buena hora. Estoy a tres cuadras de la `plaza y tengo piscina. Pinta una buena tarde, en la segunda, o primera según fuentes, ciudad mas grande de Bolivia.
Si que la entrada y salida en estas ciudades es un tanto caótica, por entre sus barrios y avenidas periféricas, pero una vez en el centro son sitios muy agradables y en este caso muy bien cuidados.



Disfruté de una buena tarde en una gran plaza, donde no había ni un rincón desaprovechado. Era fin de semana y la gente lo inundaba todo.
Me llamo la atención el carácter reivindicativo. De este grupo de chavales,



Su cometido...Plantarse en el paso de cebra para que paren los coches y cruce la gente.
No es costumbre aquí parar, mas bien acelerar...
Me gustó mucho la plaza y las calles llenas de color que allí desembocaban.


Un nuevo día y una salida caótica pero interesante de la gran urbe, eso quiere decir a lo macarra, a veces tengo ese punto , y me lo paso en grande. 
Ya en las afueras, he parado a llenar el depósito  y se me ha acercado un poli con poca faena. A parte de preguntarme lo típico, que cuanto cuesta la moto, cuanto cubica y cuanto corre, me ha ido adivinando toda mi ruta. Me ha sorprendido. O quizás será que soy muy previsible.
Dejo la urbe atrás y parece que por fin la carretera se va revirando y pasando por medio de pequeños pueblos.
Me encuentro con un control, donde parece que empieza una zona de obras.
Hay una pequeña garita a la izquierda y un abuelo en un taburete de una palmo sostiene tensada una cuerda con trozos de plástico rojo atados a ella en forma de barrera.
Me paro, y se acerca a mí el chaval con uniforme de poli, y empieza a pedirme papales, pero como desordenado, nervioso, en eso que me pide el seguro...Mierda ! Todavía ni abro el bolsillo de la chaqueta y cambia de tema, ... de donde viene, a donde va ??
Pues siga !!
El abuelo encargado de la barrera, la destensa y eso quiere decir que ya puedo pasar.
La carretera en obras esta toda levantada y acaba siendo durante 50 kms. una pista de tierra, pero por fin entre montañas y sinuosas curvas. 




 Hay tiempo, para desayunar unos deliciosos melocotones y charlar con el chico, que se pasa allí en medio de ninguna parte, todo el día  para sacar cuatro perras. Me interesa mucho su visión de las cosas y sus ilusiones. Ser pobre no se elije, pero la felicidad no tiene precio, quizás por eso me regaló un poco.




Mas tarde paro a comer en un chino un pollo con arroz, era como una pequeña nave industrial con techo metálico, donde el cartel como en otros negocios te avisa con un...+ chino... delante, así no hay dudas. Es evidente que están aquí implantados con fuerza.
Entre cactus y una carretera de esas que crean vicio, hecho de menos la Gs y los fallos que te permite. La Teneré , no está para historias, si te rajas a la entrada de una curva, lo pagarás cambiando a una marcha  inferior. Por lo que te hace estar atento. Pero disfruto mucho de la moto .
Llego a Vallegrande y voy directo al hotel. Es bonito, de plantas de dos pisos y como una plaza en medio que sirve para aparcar y tender la ropa. Tiene un problema. No tiene agua! Está en la parte alta del pueblo y ha habido algún problema con el suministro . La solución que me dan, es que me dé un paseo por el pueblo y que a lo mejor mas tarde hay suerte.
Pues eso hago. Por las calles empinadas van dos o tres chavales con sus motos de cross chinas a escape libre y serpenteando entre la gente y los perros. Ahora entiendo un poco mejor cuando me persiguen a mí manadas de perros. También los coches, parecen ferias ambulantes, con todo tipo de luces de colores y sonidos de pitos, alarmas, sirenas...un festival vaya y en estas zonas rurales muchos sin matrícula. Tienen un nombre este tipo de coches, que ya no recuerdo, pero básicamente son coches sin papeles, para el uso rural. Aunque claro, vista la cantidad, se intuye que se apunta todo el mundo al carro. Al final será mejor para llevar a cuatro o cinco de familia que la moto.






Después del paseo por suerte llegó el agua, y con el agua la ducha  y con esta ya el fin del día.
Pero aún antes de acostarme me puse con el bricolaje. El casco me estaba matando y haciendo herida en la cabeza. Y tuve que decidir. Una decisión que aunque meditada, complicada de tomar. 
Culo o cabeza ?? Gano cabeza y por lo tanto mi culo se quedo sin su protección extra. 
Así de bien quedaron los culots dentro del casco...



El problema se solucionó, por lo menos para mi cabeza.

Durante la noche ha llovido fuerte, no querías agua? Pues toma. Y por la mañana todavía llueve un poco. De momento se presenta un día gris y fresco.
Al poco de empezar ya estoy en un camino. No me lo esperaba, creía que sería asfalto hasta el desvío de La Higuera. Por lo que si no fallan las cuentas tengo 180 kms de pista sin remedio alguno. Por lo menos hoy no llevo hotel, ni sé donde dormiré ni que me depara el día. A la aventura le dicen.
De momento el camino está mojado y va subiendo. El frío y la niebla, aparecen a una altura ya de 2.700 mts. Pero estoy contento y espitóso parando a menudo a hacer fotos.





Me estoy dando cuenta, que o la suspensión a quedado todavía dura o quizás peor, que esté agonizando.
Pues nada, un rato , sentado, otro de pié y el mejor a medio camino, el culo encima del rulo. Todo queda mas a mano en una posición mas natural. La espalda contenta y el culo también. La cabeza encantada claro!
 A medio día, he llegado por la conocida como ruta del ché al pequeño pueblo de La Higuera, de pocas casas y menos habitantes. Unos 50 me contaron. Un lugar mono temático . Allá donde mataron al Che y lo convirtieron en mito, lleno de esculturas  y pinturas recordándolo .




Muchas fotos y mucha charla con la gente del lugar 



 Hoy ya no voy a ir mucho mas lejos y empieza la labor de encontrar refugio. Hay alguno local y un par de alojamientos de franceses que han acabado instalándose allí.
Y acabo en el bar hostal, Los Amigos, donde me han tratado como a tal y me han dado de comer como si no hubiera mañana.



Un día con pocos kilómetros pero muchas experiencias vitales.

Mi destino de hoy es Sucre, y me dicen en el pueblo que tengo seis horas de camino por lo menos. No puede ser pensaba yo, para hacer algo menos de 300 kms. Pero la realidad es que ellos se conocen los caminos y yo no. Por lo que acabé aprendiendo que si me decían seis horas, yo tardaría siete por lo menos. Paradas para fotos, beber, fumar y una media que cuando era buena, no pasaba de 30 kms/ h por las trochas que dicen allí. La ruta empezaba con 120 kms de caminos y el resto de asfalto.





Poco a poco el paisaje se tornaba desértico y del frío de ayer al calor de hoy. 
En una de las múltiples paradas, he tenido mi primer avistamiento de un cóndor, los dos solos en un páramo, y juraría que vino hacia mí para curiosear. La emoción y los nervios no me dejaron sacar la cámara a tiempo. En pocos segundos ya estaba muy lejos de mí.





En las largas jornadas de pistas, cosas así levantan el ánimo...









  


Y poco a poco llego al asfalto y ganando altura....




Y la carretera, me lleva rápidamente hasta Sucre donde llego cansado y famélico. 
He empezado mi dieta boliviana, un panecillo y un plátano a mediodía y ya a la llegada a destino algo mas consistente.
Una cuidad tranquila y agradable...






Con una plaza llena de vida...








Hoy para compensar, hago una ruta corta y por divertidas carreteras asfaltadas hasta la ciudad imperial de Potosí , mucho mas tiempo para parar y hacer fotos.






Y ya siempre ganando altura hasta Potosí donde ronda los 4.000 mts.
Habiendo llegado bien temprano, guardo la moto y tras hacer el checkin, toca subir la bolsa a la segunda planta, y noto que me cuesta, me canso y voy justo de aire.
Aquí probaré mi primera infusión de hoja de coca, algo parece que ayude a sobrellevar el cansancio en altura.



En las empinadas calles, con sus humeantes autobuses, lo cierto es que cuesta respirar.




Y después de comer hoy sí, a una hora normal y un plato de macho pique, un plato típico y como no, bien picante. Una visita fotográfica a la plaza de armas que la tenía al lado...







  

Y a sus calles adyacentes, mas vacías de lo normal, por ser feriado.
Razón por la que me quedé con ganas de ver la casa de la moneda.







Un increíble chocolate con churros, ha servido para reponer la energía gastada de tanto patear y retirarme relamiéndome los bigotes.



El día de hoy, era de los especiales, de los subrayados en la ruta.
Ya rodando habitualmente en los 4.000 mts. y en una ruta espectacular, por la que he pasado del ocre, al rojo, praderas verdes y  fina arena blanca. Y para acabar, el inmenso salar de Uyuni
Otro día para amortizar la cámara, tanto en el salar como en el camino previo .

Primero un aviso...

    
Y poco después el primer encuentro con las llamas.


Optimización de recursos...



















Mas avisos...


De estas vi en otros lugares, pero no aquí.
En cambio las vicuñas se dejan ver mucho, aunque mas tímidas que las llamas.
La carne de las dos bien apreciada en la zona, y en esta concretamente mas, por los pastos entre salares, que por lo visto le da a la carne un sabor especial.




Y por fin... el salar


 Y la llegada al destino de hoy...


Una ciudad, fea y sucia, que me recordó al la ciudad marroquí de Merzouga. Les encontré cosas en común y las dos son la entrada a parques temáticos para turistas. Una a las puertas del desierto del Sahara  y esta a las puertas del famoso salar, popularizado aún mas por el Rallye Dakar.
Directo al hotel a descargar la moto. Un hotel igual de feo y a medio construir que la ciudad. Salgo rápido dejándolo todo atrás y con la vista puesta en el gran salar.
Antes de acceder propiamente al Salar, ya lo voy viendo a mi derecha, hasta llegar a un pueblo donde hay un ancho y rizado camino ya salado donde veo camiones que trabajan transportando la sal y por el que voy accediendo al interior, en busca del monumento al Dakar.
Una vez allí, se disiparon las dudas si es que hubieron, ya que entre el manto blanco solo hay que seguir las rodadas que oscurecen la sal, unos carriles no muy encorsetados, de los seis a los sesenta metros. Hay espacio de sobras. El GPS siempre, marca Oeste. Por lo que la vuelta será tan fácil como ir hacia el Este. Aunque haya ratos que no se vea nada mas que una inmensa llanura blanca, ni a nadie alrededor, este pequeño aparato, aporta la tranquilidad necesaria para saber que voy bien. Pero aún sin él , hubiera sido tan fácil como seguir la huella de los coches.
Y llegué al primer punto turístico .
Y como que el mundo es un pañuelo, encotré un grupo de simpáticos murcianos, que trabajaban en Bolivia. Charlamos un ratíco, nos reímos y nos hicimos fotos unos a otros.




Solo vi una moto, y me acerqué. Eran una pareja de La Paz y tenían allí un hotel. Me dieron una tarjeta que usaría días mas tarde. Me informaron de los 60 kms. que tenía hasta la isla incahuasi. Una isla de cactus en medio del salar.
Monto de nuevo en la moto,,,y hacia el oeste!!
Me lo he pasado realmente bien.








Un día para enmarcar. Y una noche para olvidar. 
Después de cenar y probar la carne de llama en un restaurante que desentonaba en el lugar, por lo agradable con buenos y variados platos, he ido al hotel donde me he duchado con mucho cuidado de que no se me hundiera la bañera y he dormido vestido por el frío que hacía.
Quizás la aventura sea dormir en según que sitios.

El día se presenta fresco, como fría ha sido la noche. Vaya ruina de hotel!
Antes de dejar Uyuni, tenía una visita pendiente al cementerio de trenes. No sé si estaba en el lado equivocado, pero en fotos que había visto parecía mas bonito. Yo lo vi mas, como eso, como un viejo cementerio.






Atrás dejo ya el salar...




 Y pongo rumbo a Oruro , mi destino de hoy. En principio la carretera por la que salgo es muy buena en todos los sentidos. Poco tráfico, buen asfalto y magníficas vistas.








Esto es así, hasta pasar por ciudades mas o menos grandes, donde el paisaje se vuelve sucio y algo caótico. Como la misma ciudad de Oruro , a la que se accede por unas largas avenidas de dos o tres carriles por sentido, donde a medida que se acercan mas a la ciudad, coches, camiones, motos ,carros, bicis y peatones, entran, salen, cruzan, cambian de sentido. Entre arcenes repletos de pequeños negocios, vendedores ambulantes, aprovechando las mas mínima parada, y perros, muchos perros. Vaya, que hay ocasiones que uno tiene la sensación de que le faltan ojos, para controlarlo todo.
Mi hotel hoy estaba en una calle de difícil acceso, a parte de haber un gran mercado en las calles, empezaban sus carnavales, que por lo visto tienen fama.
Llegar a la puerta ha costado, dejar la moto para descargarla también y seguir con la moto, a la chica del hotel que me hacía de guía por calles abarrotadas de gente y todo tipo de pequeños puestos de comida hasta la cochera, ha sido como poco, interesante.
La recompensa, estar en la sexta planta con una gran vidriera y una vista excepcional del carnaval...



Y de la virgen del Socavon al fondo.


Es la hora de una infusión , antes de salir a patear las calles.





Hoy tocaba madrugar, a las ocho de la mañana volvían a montar todo para continuar la fiesta y yo a esa hora ya quería estar fuera. Por lo que voy a recoger la moto la dejo en frente del hotel desayuno , la cargo y me voy. Porque ya voy viendo a los polis por la calle y están nerviosos.


La mujer de recepción , arreglo el enfado del poli, tras tirarle su moto al suelo, con un billetito. 
Al ser temprano, todavía he salido bastante bien, a pesar de haber bastantes calles cortadas por el carnaval, me dejaban pasar por ellas sorteando los obstáculos que me encontraba en los extremos. Una ventaja de ir en moto. Y ya salgo por la misma caótica avenida de ayer, Mas o menos todo igual, a excepción que es hora de ir preparando desayuno. En mis retinas ha quedado grabado aquel hombre asando nada menos que cinco corderos enteros en el arcén. Por un momento quise acercarme y no a hacer una foto.
En cuanto he dejado atrás la ciudad, ha empezado una carretera muy divertida. El primer destino de hoy es Bolívar, y para llegar a él, el GPS ya me dice rápidamente que deje esa carretera tan revirada que sube sin cesar y que me desvíe por un camino de tierra a mi izquierda. He pensado que esta por la que iba , también llegaría a sitio y no ha sido así. Por no coger ese primer camino,  me da la sensación que ya quiero evitarlos, he acabado dando una gran vuelta, pero por caminos secundarios, mucho menos transitados y en peor estado.
Hoy me esperaba un día muy duro.



En una parada, veo un tubo de presión de aceite que pierde un poco.






 Los caminos poco a poco, van haciendo su trabajo.
En la operación de comprobar el nivel de aceite, que era bajo, y rellenar, me he cansado mucho. Con el nuevo problema que tenía , la lucha interna era de un cierto desánimo. La premisa de no caer, era tanto de la moto, como de la moral. Creo que también la levanto rápido. Respirando fondo y mirando lo que tengo a mi alrededor.
Muy alto la levanté.




Este camino secundario cada vez iba a peor, se notaba el poco uso. Hoy de momento, yo y alguna llama. Seguro que coincidimos en esa sensación de libertad.




Parada en un poblado de cuatro casas, para reponer fuerzas y charlar con la única persona que por allí rondaba. Era toda la cobertura que tenía y chateamos un poco cara a cara.





Hoy estoy amortizando el curso de off road, que hice pocos meses atrás. Arena, badéos, trialeras. Y menos mal, ya que no había tocado lo marrón desde que iba en bicicleta de chico. Y no es que vaya muy suelto, pero algo ya me puedo defender.
A 20 kms. de mi primer destino de hoy, alguien dijo basta, el camino por darle nombre, la moto o yo...No es por querer protagonismo, pero para que engañarnos.






Aunque tenía que intentarlo






El caso es que hasta aquí he llegado y no puedo avanzar mas. En el GPS veo el destino a tocar, me falta muy poco, pero no hay manera. 
Me he estado peleando con la moto un buen rato, estaba exhausto y me faltaba el oxígeno y evidentemente mi capacidad para valorar la situación y pensar con claridad también se vio afectada.
Lo estaba pasando realmente mal.
Un hombre trabajaba un huerto allí cerca, me tomé un descanso y fui a preguntarle . Con sus dientes negros y una enorme bola de coca en la boca, me confirmo muy tranquilo, que si , que el camino era malo, pero que se podía pasar...y en moto...mucho mejor, decía. Y yo que en ese momento era lo único que deseaba, no lo conseguía. Y ya no sabía que hacer. 
Como por arte de magia, aparece un joven caminante. Era Natálio, un chico de una veintena de años, que iba andando hasta el camino principal para coger el autobús y dirigirse a Oruro de donde yo venía. No tenía prisa para hacer andando los 20 kms. que le faltaban. 
Se paró y charlamos un poco. Me dice, que si consigo pasar este tramo, hay dos peores antes de llegar a Bolivar . Da la vuelta y en 20 kms . llegarás al camino principal y una vez allí otros 50 kms. hasta tu destino. Deshacer camino ? Nunca!! 
Me echó una mano...las dos...empujábamos los dos, yo dando gas desde abajo y el atrás empujando...No había manera, a cada palmo ganado le tenía que hacerle parar, para respirar. Yo me ahogaba y él tan fresco allí. Le pedí si tenía hojas de coca, pensaba que era su secreto. Y no Natálio no toma coca. Joder, este chaval es mi héroe!!
Date la vuelta, insistía.. Y yo erre, que erre. Otro empujoncíto, vamos, que podemos.
Ahora veo muy claro, la paciencia de mi ayudante y mi poca prespectiva de las cosas en ese momento.
Finalmente me dí por vencido y dimos la vuelta, no con pocas dificultades.





Una vez salido del embrollo, la manera de agradecerle a mi joven ayudante su desinteresada colaboración, ha sido proponerle que si es capaz de cargar con el rulo que pesa lo suyo, el asiento trasero es para él. Y lo llevo hasta el camino principal donde podrá coger el autobús. No lo ha dudado ni un segundo, bolsa en mano se ha subido a la moto. 
La pobre moto no podría dar mas de sí por aquellos caminos. Mi copiloto a pesar de la incómoda y pesada bolsa, está alegre y tranquilo. En algún patinazo en la arena, lejos de asustarse se reía. Yo iba con mas cuidado de lo habitual, mis pilas ya van justas.
Llegamos al camino principal y tras compartir un par de manzanas, nos despedimos.
Gracias Natalio!!




Llego a mi ansiado Bolivar y resulta ser un pequeño pueblo con poco interés. Compro un plátano para seguir mi dieta y cinco litros de gasolina a un particular.




Entre los paisajes y el plátano, parece que he cargado pilas. La hojita de coca que me ofrecieron ayudó un poco también y después de otros 50 kms. de camino principal, sobre las cinco de la tarde doy con una carretera asfaltada. Pongo el destino de Cochabamba , pero con la intención de parar en el primer sitio que encuentre para hacer noche.
La altura ha descendido y se nota en la temperatura, se ha vuelto muy agradable.
El primer sitio en preguntar era como una casa de colonias con piscina y todo. Ideal para mí!. Pues no pudo ser, ni este ni otros tantos a los que me iba acercando el GPS. Casi sin darme cuenta hice 90 kms. mas y llegué de noche al destino. Donde encontré una pensión en la que creo que he dormido mas y mejor que ningún otro día.
Mas de medio día encima de la moto en uno de los días mas duros hasta ahora y del que tengo mejores recuerdos.

Me levanto descansado, he dormido como un niño. Aunque quizás mas de la cuenta. Hasta las 9.30 no me he puesto en marcha, no sin antes intentar encontrar un café con leche, algo difícil por aquí. Finalmente lo encuentro en un puesto callejero de desayunos, donde la gente del lugar ya comen buenos guisos y todo tipo de fritos. Con un cucharón la señora que me atiende, aparta cosas que flotan en la leche de una gran perola, la pone en una taza y añade un café filtrado. Era por decirlo de alguna manera difícil de beber, pero estaba caliente y me daba bola para entablar charla con la gente mientras comen. 
Empiezo un ascenso por una carretera adoquinada y como ya empiezo a leer el territorio, sé que en breve se convertirá en camino de tierra. Así empiezan o acaban los caminos que salen o entran en ciudades o pueblos grandes.
Me voy parando a menudo para ver si tengo opciones de escaparme hoy de las pistas, ayer quede algo saturado. Pero no, mi ruta pasa por allí y no queda otra que aceptarlo y disfrutar del paisaje.
Mirando el maps, el único lugar en el que encontraría algo donde dormir, era un pueblo a 160 kms. llamado Independencia, y ese va a ser mi destino de hoy.




Algún botón toqué de la cámara sin darme cuenta, y hasta medio día salieron " fotos creativas ".






Hice muchas, y me han acabo por gustar.
Subir y bajar grandes montañas, al final es como una rutina. Unos tramos malos con curvas de 180º  donde el agua y el tráfico deshacen la pista y donde voy muy despacio, ya sea subiendo o bajando. Y una vez posicionada la pista a media altura de la montaña ya llanea y es menos revirada. Aquí aprovecho un poco con la velocidad , para acabar con mi media de 30 kms/h al final del día.





No cuesta mucho hacer las cuentas, para ver que con 160 kms. mas las paradas, ya tengo el día hecho.



Y sin mas incidentes, que el ir haciendo fotos y kms., llego a destino. Es un pueblo que está en medio de ninguna parte, en que para llegar a cualquier otro lugar hay medio día de caminos. por lo que parece un lugar autosuficiente en muchos aspectos.






Medio pueblo está levantado por obras, en las puertas de un local que acabo identificando como comedor, bar o algo similar. un par de hombres me indican para llegar al hospedaje. Está en un extremo del pueblo al lado de un polideportivo. 


Una de las primeras cosas que hizo Evo Morales , fue poner campos de fútbol en todos los pueblos. Algo que por lo que he visto ha sido alabado y criticado a partes iguales.
Aquí tienen un buen polideportivo, donde se oye a chavales y no tanto gritar dentro en pleno partidillo. Mi hospedaje está en frente y son como unos inmensos apartamentos, la chica me dice el precio con mirada interrogante, mi aspecto tampoco debe dar mucha confianza. Por poco mas de 6€ no tengo ni ganas ni vergüenza para regatear. Y encima me dejará guardar la moto en un estrecho pasillo. Perfecto!!
Antes de buscar donde comer algo consistente por primera vez hoy, descargo la moto y me voy a la tienda que venden gasolina en botellas de cocacola de dos litros. Aquí si he querido regatear, pero la tendera no. Se sabía en una posición de fuerza. La competencia me daba cosa.



 Tras comprobar el nivel de aceite veo que no ha bajado mucho, pero le relleno igualmente. Ya voy pensando como conseguir o reparar un tubo tan específico de una moto que aquí ni existe. De momento no se me ocurre nada.
Y ahora sí, bajo a la plaza a comer lo que sea. Voy al comedor de antes y me sirven un lomo montado , consistente en una base de arroz, cebolla, pimiento, un par de patatas y el lomo con un huevo frito encima. Algo completito vaya. Eso sí, el agua embotellada aquí es un lujo, por lo que si no se pide se come sin bebida. La cocinera tuvo la amabilidad de hacerme un café Copacabana  le llamó, realmente bueno. Ya satisfecho entablamos conversación con la pareja del local, y lo que es la vida, él había vuelto de trabajar en las cercanías de Barcelona hacía poco, había recorrido Europa en camión y trabajado en la construcción y ahora intentaba subir su propio negocio en el pueblo.



Otro día duro para el cuerpo y la moto, pero que bien que lo pasamos.

Hoy tocaba madrugar, pero quizás no tanto. A las 5.30 de la mañana la banda del pueblo ensayaba en el polideportivo, parece ser que había como una concentración de bandas ese día y no querían desafinar. Tampoco ha estado tan mal ese despertar. 
Dos horas mas tarde ya salía con destino a Irupana, donde he cogido hotel. Son 260 kms, para seguir practicando por las pistas bolivianas, por lo que hoy no debería entretenerme demasiado por el camino.
Mas o menos parecido al día anterior, al principio algún tramo mojado por la tormenta de anoche, montaña arriba y montaña a bajo. Un desprendimiento sobre el camino que con la moto puedo cruzar, me hace pensar vistas las roderas de coche, como habrán pasado. La respuesta me la da otro coche que veo por el retrovisor que corre mas que yo. Me aparto para dejarle paso y veo que lleva el parachoques colgando. La manera de pasar es dejándose las partes innecesarias.




El día va bien, no llueve no tengo hambre y fumo cuando quiero.
Aquí me volví a enganchar.
Subiendo y bajando... y volviendo a subir. Paro a disfrutar la vista de ese río que veo abajo con un ancho cauce de tierra gris.


Empieza a bajar fuerte el camino, tanto que en algún tramo lo hago en primera, donde el agua se ha llevado la tierra y lo ha descarnado totalmente .
Creo que voy directo al río. Y así es. Una vez abajo ya llaneo entre hoyos y badeos importantes en la tierra gris que he visto desde arriba, pero todavía no veo el río. Voy como en un callejón entre cañas y el talud de la montaña. Me cruzo con una furgoneta, que avanza como puede. Se nota que este tramo se inunda con asiduidad. Le pregunto si voy bien, y la respuesta es que no hay otro sitio por donde ir, un poco mas adelante ya veo el ancho cauce entre las grandes montañas , y en medio el río de aguas marrones, de una anchura respetable.



Y ahí llego yo siguiendo las rodadas de la furgoneta.
Esto para mí, la verdad es mas ancho de lo que me gustaría.
La idea en principio es hacer tiempo a ver si veo pasar a alguien para ver profundidad y por donde lo hace. Y voy haciendo fotos, admirando la belleza del lugar, bebiendo, fumando, admirando la...
Que no, que no pasa nadie!!
Hoy es jornada maratón, y tampoco voy a estar aquí todo el día. Antes de pasar, me saco de los bolsillos teléfono, cartera, papeles y lo meto dentro de la maleta... por si acaso, la cámara de acción en el casco...por si acaso.. Vaya, no funciona, ha muerto!!
Los nervios se me comen y el corazón parece que me vaya a saltar por la boca. Cojo aire y arranco, me separo unos metros para poder entrar de pié, como hacíamos en el curso y visualizo por el paso que veo marcado, la entrada y la salida. Venga que tu puedes,,, gasss!
Voy entrando la moto va avanzando y hundiendose y a poco mas de la mitad del río, la rueda delantera se hunde de golpe un buen trozo, se me desequilibra y nos vamos hacia la izquierda. Recuerdo como si fuera ahora dando gas como un loco, pero el gas ya no respondía. Estamos cayendo irremediablemente. Oigo el agua correr con la cabeza totalmente hundida en el agua, estamos los dos debajo pero yo no la suelto, lo primero como sería costumbre es sacar la cabeza del agua, y lo segundo y viendo que la corriente no es demasiado fuerte, levantarnos los dos a la vez.
Lo tercero...respirar...expirar...respirar...expirar.
Cometo el gran error de intentar arrancarla y no da ni media pistonada.
La de cosas que pasan por la cabeza en tan pocos segundos. Ya está? Hasta aquí he llegado! Que hacer y como arreglarla?? O no menos importante, como sacarla del agua?
Realmente, lo daba por acabado. Entre lo sucedido y el cansancio acumulado, quizás en un pequeño rincón de mi cabeza ya tenía ganas de tirar la toalla.
Consigo sacar la moto del agua empujando y vuelvo a intentar arrancar. Evidentemente no sirvió para nada, pero en momentos así, hay que pararlo todo, respirar y comprobar que uno mismo si funciona y por lo tanto , todo lo demás se solucionará de una manera u otra.
Estabilizo la moto en sitio seguro y empiezo a quitarme el casco, los guantes y la chaqueta. A pesar de estar bien mojado, la temperatura es muy buena y el frío no ha sido problema. Si la incomodidad de pantalones y botas llenas de agua.
Mas relajado y viendo la moto, hay que pensar ahora en que puedo hacer yo por ella.


A parte de mirarla y empezar a descargarla, ya mas tranquilo se me ocurren unas cuantas cosas que podría haber hecho antes. Podía haber pasado andando primero, pero claro, eso comportaría mojarse bastante. Pero mucho menos de lo que estoy ahora. Otra por ejemplo cruzar con la moto parada, lo he visto en algún vídeo. Pero yo crucé de pié, como en las buenas fotos.
Me sacó de estos pensamientos una moto que iba a cruzar, me dio tiempo hasta de sacar la cámara y fotografiar a este joven padre con su hija encima del depósito, chanclas, bermudas, sin cascos por supuesto y como no, sentados.



Una ligera elipse, fue suficiente para evitar el hoyo en el que me metí.
Al verme ahí tomando el sol empapado en agua, era evidente que se acercaría a mí. Y así fue. Le conté mi pequeño naufragio y se quedó para echarme una mano.
Quitamos el filtro de aire chorreando y la bujía después. Al dar yo al botón de arranque y estar el en frente, el chorro de agua que salió disparado del motor le dio en toda la cara. secamos la bujía como pudimos, la montamos y no arrancaba pero ahora al menos ya rodaba el cilindro. Hubo que repetir la operación un par de veces más y finalmente conseguimos arrancarla. El aceite a primera vista parecía no tener agua.
Entre charla y agradecimientos, voy montando la moto y guardando las herramientas y parece que se espera a que acabe y acompañarme un rato.
En esto aparecen un par de chavales al otro lado, a los que veo como se suben los pantalones y se preparan para cruzar.




Esa es la buena técnica



Charlamos otro rato con ellos y ya nos vamos.
Mi ayudante se pone al frente y me da rueda en otro cruce de río menos complicado y ya empezamos a subir por las fuertes curvas de 180º . El tío va muy fino, será la niña en el depósito que al ponerle mas peso en la rueda delantera gira mejor, o será porque las chanclas le dan un buen tacto con las estriberas. A  ver si voy a ser yo!
Al poco rato, ya lo he perdido y empiezo a notar que la moto falla, tengo que llevarla muy revolucionada o parece que se va a parar.
Llego a un poblado con no mas de cuatro casas a cada lado del camino, aflojo un poco y la moto se para. Busco un sitio para apartarme un poco y empiezo a quitarme de nuevo el casco y la chaqueta mojada. Vuelvo a quitar la bujía, pero ya no veo salir agua al darle al arranque, la pongo y miro de nuevo el aceite. Ahora sí, ya no hay duda, se ha mezclado con el agua.
Al lado tengo una pequeña tienda con techo de hojalata, donde venden a parte de mis plátanos, gasolina y aceite. Menos la gasolina lo compro todo.
Ahora, si he tenido la suerte de encontrar aceite lo que hay que hacer es cambiarlo.
Abro la maleta para dejar el plátano para cuando acabe y lo que veo sería para llorar en otro momento, pero ahora ya, hasta me sonrío. Hoy Murphy esta a mi lado. Todo está encharcado, papeles de la moto, pasaporte, teléfono. Mas que del hundimiento , creo que ha sido la botella de agua, de la que he bebido bastante estando en el río y con los nervios no la habré cerrado bien. Realmente da lo mismo, ahora toca  antes de liarme con la moto, montar una pequeña feria al lado del camino con todos mis documentos esparcidos y secándose al sol. A ver si soy capaz de no perder ninguno.
En estas llegan los dos chavales motorizados del río, y tras comprar combustible en botellas de coca cola, se vienen conmigo, están por allí y me suministran una de esas botellas cortadas para poner el aceite contaminado.
Saco el tornillo y aceite fuera.


Una vez bien escurrido, es cuestión de poner el aceite limpio y probar. 
Parece que el motor rueda fino ahora. Toca ir recogiendo herramientas de nuevo y papeles después.
El aceite viejo era todo el interés que tenían los chavales, con él podrían engrasar las cadenas durante muchos días. llenaron una lata para llevarse y dejaron el resto en medio de la calle. Cuando creía haberles concienciado y convencido de lo contaminante de ese residuo.
Lo introduje en una botella , la cerré y la puse en la basura que allí se quema. Por lo menos no iría a parar al agua.



Ahora ya me podía comer mi preciada banana y proseguir camino.
Me quedan aún 160 kms. Una eternidad .
El viaje sigue vivo!



El motor parece ir redondo, pero el cuadro de instrumentos se ha llenado de agua y está fallando. Otra cosa en la que estar pendiente. 


La temperatura me ha sido favorable y excepto la botas encharcadas me he ido secando en la polvorienta pista.

Un repostaje en la casa de esta futbolera familia a pié de carretera,


De lo poco que se de fútbol, sirve para hacer cachondeo y ya de paso regatear con el precio del combustible. Podríamos decir que con el empate, salimos todos victoriosos.
Parece que poco a poco voy haciendo, camino. Es algo que estoy aprendiendo aquí, que por mucho que tenga por delante, al final sin prisas y con pausas acabaré llegando.
La vegetación se ha ido volviendo tropical y el paisaje ahora está lleno de bananeras, aguacates, montañas de mangos, mucho verde y mucha calor.






Los últimos 20 kms. han sido muy malos y se me han hecho eternos. Menos mal que que no llovía, porque era un seco barrizal con enormes roderas.
Consigo llegar a Irupana sobre las seis de la tarde a mi hospedaje de hoy, las cabañas Nirvana .Otro pequeño oasis en medio del camino.
 Unas pequeñas casas repartidas entre cuidados jardines, una piscina, y nos propietarios que se desvivieron por mí.


Decido por primara vez, hacer dos noches aquí. Necesito descansar, lavar la ropa de moto y recomponer lo que pueda de mi sufrida Tenere.
Bolivia está siendo implacable con el gringo.
Otro día duro, otro día mas fuerte!!

Amanece un día espléndido en Irupana


De la manera en que me alimentan esta gente parece que estoy en la casa de Hansel y Grettel. Que cenas y que desayunos. Como cocina esta mujer!


La banana aunque sea frita que no falte.


Dormir, comer y pasear. Es una buena cura para el cansancio. 
Aunque no me olvido de la moto, que necesita de mis cuidados también.
Entre comidas y paseos,  desmonto el cuadro y lo pongo a secar al sol.




Quedó bien seco y limpio, pero ya no volvería a funcionar nunca.
Tenía la esperanza de que en cualquier momento despertara, pero no fue así. La placa había muerto.
De paseo por el pueblo para comprar alguna cosa e intentar sacar dinero en el único cajero del lugar.


La hoja de coca, siempre presente.








Conseguir dinero no fue posible, hay un tipo de bancos que son locales o como cooperativas donde las tarjetas mas comunes no valen.
Tendría que pensar en como pagar a mis anfitriones, pero no era algo que me preocupara demasiado ni a mí, ni a ellos. Seguro que encontramos la manera.
Entre Jorge y su mujer, habían hecho de aquel trozo de terreno un vergel. Él a sus ochenta años, había viajado por todo el mundo, vivido muchos años en Brasil, gran conocedor y mejor comunicador. Me contaba cosas de Bolivia, sus costumbres, su clima relacionado con el Amazonas. Podía cautivarme horas con sus historias. Era sabiduría en estado puro.
Su mujer treinta años menor, aparte de sus cualidades culinarias, era la encargada de darle aquello, aquel aspecto agradable y acogedor. Coleccionaba piedras con formas y dibujos alucinantes que iban a buscar al río y cuidaba del jardín.
Aquí conocí la famosa planta de coca.




Y sus bonitas semillas.



El cultivo de la coca, está desplazando al tradicional cultivo de café a un segundo plano. El café empieza a producir una cosecha anual a partir del segundo año de plantarlo. En cambio la hoja coca produce cuatro cosechas a partir del primer año.
Después de cenar tertulia con Jorge, que a parte de sus mil historias, me propone una ruta hasta Coroico diferente a la mía y según él mejor.
Me dibujó un mapa a mano alzada, que no tenía nada que envidiar a los que había encima de la mesa. Yo creo que llevaba una ruta bien trabajada, pero volvía a cruzar un río grande y mi duda era si había puente o no. Me he vuelto algo felino.
Por si acaso cargue su ruta también en el GPS y sobre la marcha decidiría. La mía mas larga e incierta frente a una mas cómoda y rápida.
Por cierto, tardé unos días en darme cuenta, que el GPS ni pestañeo en su paso por debajo del río. Solo nos acordamos de ellos cuando fallan o no van. Este lo aguanta todo.
Antes de irme a dormir, quería dejar zanjado el pago. En tarjeta como ya imaginaba, no era posible. Intenté hacerles una transferencia, pero tampoco tenían una cuenta corriente. Una hermana de ellos si. Pero claro, ahora pideles un IBAN para una transferencia internacional. Se me acababan las ideas y de pronto recordé que llevaba 500 Rs brasileros guardados para la vuelta. 
Les pareció estupendo cobrar en reales, ya que todavía visitan Brasil una vez al año. Bien , pues voy a por ellos y os pago. Eso les dije mientras me dirijo a mi cabaña  a por el dinero. Como se me había podido olvidar que llevaba esos reales escondidos en la espalda de la chaqueta de la moto. La chaqueta de la moto!!
Ya vuelvo a tener palpitaciones. Se acaban de juntar dos conceptos olvidados y la suma puede ser fatal.
Pero como el concepto es el concepto, esta vez hubo suerte y la bolsita zip que contenía los billetes, hizo su labor a la perfección. Tenía en mis manos unos lindos, planchados y sobre todo secos billetes.
Y todos felices, uno por poder pagar y otros por cobrar, acabamos la velada entre grandes historias y buen café

A las cinco de la mañana, se oía llover con ganas, no era el escenario deseado para reincorporarme a la ruta, pero un ratito mas en la cama no me lo quita ni dios.
Desayuno tranquilamente haciendo tiempo y charlando con Jorge, que me recomienda esperar a medio día. La niebla ya se habrá ido y el suelo se seca muy rápido aquí, me dice. Pero ya tengo ganas de retomar la ruta. 


Pasadas las diez la niebla escampa y yo también. Dejo a esta encantadora pareja y como ya voy tarde y todo está muy mojado, cargo la ruta corta que me recomendó Jorge.
Lo primero aprovechar que hay gasolinera y llenar depósito a precio local. Ya es un buen comienzo. Hay que decir que los vecinos de Irupana, están muy orgullos de su pueblo. Es un punto de referencia en la zona y tiene todas sus calles o adoquinadas o encementadas.
Dejando esas calles atrás, empieza un camino con tramos muy embarrados y delicados, así iré por un buen rato, hasta que sin darme cuenta ya estaba en pistas polvorientas y con bastante tráfico. Donde coches y motos me adelantan que es un contento.
Una parada para ver que pasa con un movimiento anormal de la pantalla.




Y no es otra cosa que el soporte partido por las vibraciones. La desmonto, y tras dudar si tirarla o no, la mando a hacer compañía al bidón dentro de la maleta, otro trasto que pasear. Y una moto cada vez mas minimalista.



El GPS, por su parte ha ascendido de categoría y tiene mas funciones a su cargo. Como dar la velocidad o controlar el combustible. Del cuadro lo único que sigue funcionando de momento es la luz verde de punto muerto. Que finalmente, también se fundiría. 
Viendo que han mejorado las condiciones, decido cambiar la ruta y poner la mía inicial. La que me había trabajado meses antes comodamente en casa. 
La pista cada vez tiene más tráfico y más estresante, la gente va con mucha prisa y cada vez que me adelantan me toca tragar polvo. 




Este camino va a parar a la carretera que une Coroico,  mi destino de hoy, con La Paz. De ahí tanto tránsito deduzco.
Llegados a unas obras, me encuentro una buena fila de vehículos, de los cuales muchos me habían adelantado. Aún así me pongo en la pole y saco hasta alguna foto mala.



Cuando dan la salida, me marco un objetivo. No más polvo! Y así es, me lo paso más que bien corriendo por una pista bastante buena  controlando el retrovisor y viendo como he mejorado mi conducción por pistas cuando las condiciones me son favorables, 
llego a la carretera asfaltada... en segunda posición!
Dirección a Coroico por asfalto pero por pocos kilómetros, ya que me desvío para coger de nuevo un camino que me lleva a la entrada de Las Llungas o Carretera de la muerte tristemente famosa.
Allí a la entrada hay como un pequeño poblado indígena con unas pocas y precarias casas y corrales.



Paro para hacer alguna foto y fumar un poco, entablo conversación con un vecino, Miguel un tipo tan grande como cordial. Me dice que tengo unos cincuenta minutos hasta destino, lo que me parece fantástico. Voy muy bien de tiempo y podré hacer este último tramo tranquilamente y con muchas paradas. Ya que es otro punto importante marcado en el la ruta.
En el transcurso de la charla aparece un motero haciendo el camino de subida, en dirección contraria a la mía. No solo no pasa de largo, sino que viene directo hacía nosotros.


Es Oleg. Un joven de Moscú que lleva casi tres años viajando en esa moto construida por él y amigos suyos a partir de trozos de otras motos.
Un tipo valiente, alegre...mi ídolo a partir de hoy vaya.



Menos mal que iba bien de tiempo, porque la charla duró un buen rato. Todo es relativo y mi gran viaje parecía ahora una salida de fin de semana al lado de un tío con la cabeza tan bien amueblada. Me consoló que después de todo lo recorrido por él, Bolivia le estuviera pareciendo duro, donde por cierto un río también se lo tragó.



Europa, Asia, África, América del Sur hasta Canada, estrecho de Béring y de vuelta a Moscú. 



Miguel tenía curiosidad y hacía preguntas muy simples y lógicas.
-Que saca este hombre de viajar tres años? Yo no me he movido nunca de aquí- Apuntaba el gran Miguel...-Y de donde saca el dinero?-
Creo que las preguntas eran buenas. Pero las respuestas no le convencieron y se acabó despidiendo de nosotros.
Yo con mi precario inglés me vi haciendo de traductor, la escena era cómica. 
Nosotros dos también teníamos que continuar y nos despedimos. 


Bye my friend! Que tengas suerte.
Le fui siguiendo el rastro por la red hasta la costa colombiana donde embarcó en varios veleros mercantes para llegar a Cuba.
Fumo otro cigarrito, pues ahora necesito ese tiempo para digerir un poco lo vivido. Ya no sé si el mundo es grande o si es un pañuelo. Un momento! Aparecen una pareja de jubilados de Denver con un sombrero de cawboy en un wrangler de inmensas ruedas y me sacan de mis pensamientos filosóficos. Me preguntan un par de cosas poniendo en jaquemate a mi inglés. Un par de sonrisas y me despido de los graciosos y simpáticos yankees. Esto empieza a parecer el camarote de los hermanos Marx.
Me enfundo el casco y empiezo mi descenso por la turística carretera de la muerte.





Veo de refilón una señal que no comprendo y no le hago caso. Esta decía ...Guarde su izquierda.
La primera parte del camino es espectacular, todo verde, saltos de agua, unos riscos vertiginosos. Está muy bien cuidado y tiene hasta su pequeño peaje. Que entre bromas he regateado y pagado precio de vecino.




Entre foto y foto intento ir avanzando. 
Pienso la cantidad de gente que ha muerto aquí, y como esa especie de morbo se transforma en algo turístico. Ya no es un sitio de paso, afortunadamente existe una vía alternativa. Ahora es algo para nosotros los intrépidos, afortunados turistas y aventureros con seguros dentales.
Me cruzo con un par de coches, y por sus gestos y malas caras, veo que algo no anda bien. Y vuelvo a visualizar aquella señal que no entendí. Vale, ya lo pillo, aquí se circula por la izquierda. Todavía no lo entiendo ni le encuentro lógica, pero me toca el barranco a mí y se me hace difícil, por la costumbre y porque no me gusta.

La segunda mitad ya es como lo hecho en otros tantos caminos, es bonito pero para mí no tuvo la espectacularidad de la exuberante primera parte.


 Así con lecciones aprendidas, llego al final del camino donde hay un reclamo al estilo de los parques de atracciones de dudoso gusto donde paro a fumar. Veo que llegan la pareja del jeep y nos volvemos a saludar. Me piden que les haga unas fotos con unas tablets grandes como televisores y yo no puedo dejar de reírme, esta gente todo grande, ande o no ande. Ahora ellos se ofrecen a fotografiarme junto a la moto y les digo un no rotundo, la fotografía que yo quería era esta...



Llego a Coroico y voy directo al hotel que está en lo alto de una colina algo apartado del pueblo. Un poco cutre pero de gente amable y muy buenas vistas.



Motos de alquiler de unos ingleses, que pisan el mundo como los amos y se quejan de sus monturas. Han tenido una pequeña fuga y un pinchazo. Intolerable!



He visto el pueblo subiendo y no me apetece bajar a pasearlo, me ha parecido feo y decido quedarme aquí a cenar.
Una larga charla de barra con el dueño del restaurante, persona culta y sensible con su entorno social y político, de las que no me canso de escuchar.
Una jornada que ha empezado gris y con dudas y ha acabado con una cerveza fría y sensación de haber disfrutado un gran día.

Salgo temprano y me dirijo a La Paz por la nueva y sinuosa carretera, en una ruta que me llevará de los 1.600 mts, de altura a los 4.600 de El Alto en pocos kilómetros.
Bajan muchos ciclistas en bicis de alquiler con los minibuses detrás  que a la vuelta cargarán las bicicletas y a ellos. Tienen 50 kms. de bajada ininterrumpida. Pocos pedalean, pocos han visto una bicicleta hasta hoy. Eso sí, casi todos con cámaras de acción.
Paro a ponerme ropa, ya que asciendo muy rápidamente. A la moto parece que a la hora de ascender, estas carreteras donde podemos o podríamos ir más deprisa, no le gustan. O yo noto más la falta de potencia o ella la de oxígeno. 
Adentrándome en La Paz veo por suerte que el tráfico no es tan caótico como me esperaba. Si que cojo algunas calles o avenidas algo colapsadas, pero con el modo macarra en on y mirando de seguir al navegador sin muchos errores, llego al centro de la ciudad bastante airoso. El GPS me deja delante de la puerta de un concesionario Yamaha, que por casualidad está a un kilómetro y medio del hotel.
Una vez en el taller, les explico el problema del tubo de presión de aceite. Esa moto no la han visto en la vida, pero me dicen que la deje y a ver si pueden solucionar algo. La dejo, pero no muy convencido de que le puedan hacer nada si no tienen el tubo y más viendo a los mecánicos, que son los mismos que los comerciales con tejanos y bonitas camisas, pero esa era mi única opción y esperanza. Agarro la bolsa, me la hecho al hombro y me voy paseando al hotel que no está muy lejos. Aún así la altura y el calor me pesan tanto como el rulo. Llego al hotel de aquella pareja que conocí en el salar de Uyuni , está en la zona sur de la ciudad, entre embajadas y concesionarios de coches de alta gama. La zona pija vaya. Aquí 50 $ por una habitación es una barbaridad, pero un día es un día. El lugar supera mis expectativas, y es un sitio fantástico donde no falta detalle. Me ducho dos veces para amortizar la habitación y salgo a comer al restaurante que me han recomendado a dos cuadras del hotel. Este es de la misma cuerda, pero hoy voy fuerte. 



Entre esto y el plátano...
Para aprovechar la tarde me han recomendado coger el teleférico  que cruza toda la ciudad y subir hasta El Alto. Una manera de ver  desde el aire y hacerse una idea de lo grande que es esta ciudad. 



Y sí, es muy grande.




Al dejarme de nuevo el teleférico en el suelo, estoy muy cerca del taller y me acerco a ver si ya le han hecho algo a la moto. Simplemente han apretado un poco el tubo por la zona sellada y dicen que han probado un poco y no les pierde, el cuadro que lo han mirado también y no se puede hacer nada. Total que como yo ya imaginé no le han hecho nada. Al menos tampoco me han cobrado nada más que el aceite que me llevo para ir rellenando. Porque el tubo seguirá perdiendo. El miedo que tengo es que vaya a más, de momento se contiene.
Me llevo la moto al hotel y todavía me da tiempo de volver a desmontar el cuadro a ver si hay algo que se me haya pasado por alto. Pero no, hay que aceptarlo, ese cuadro de instrumentos no volverá a funcionar.


Otro día en el que intento salir temprano, en este caso de La Paz y dar un rodeo para no pasar El Alto por el centro, que me han desaconsejado por sus atascos matinales. Aún así he de pasar por la ciudad y el caos es considerable en un llano y horrible lugar entre atascos, calles destrozadas y manadas de perros cruzando avenidas como si los persiguiera el demonio, pero solo hasta que ven una moto en su camino. Entonces el que corre si puede soy yo con los perros detrás. Consigo dejar atrás a los canes y a la ciudad dando alguna vuelta de más.
Hoy me desvío un poco para ir las ruinas preíncas de Tiwanaku en un día en el que de momento el sol no se deja ver mucho y la temperatura es un poco baja.











En el aparcamiento conozco a Celso, un taxista que me da algunos consejos. Uno sobre la ruta, que se lo compro, otro donde parar a comer que también y el tercero es sobre la frontera peruana a la que me dirijo. - Yo ya no voy, porque son muy corruptos y me he cansado de ellos- Decía con tono enojado refiriéndose evidentemente a los del lado peruano. Esta ya no la compro.
Otro tipo mas que amable. Me dio su teléfono por si me pasaba algo en la frontera, ya que por lo visto el trabajaba mucho para embajadas, entre ellas la española.
Y vistas la ruinas me dirijo de nuevo en dirección a El Alto improvisando un poco la ruta, ya que la mía iba bordeando el lago desde aquí, pero los feos caminos que veo me quitan las ganas de algo que incluso asfaltado era dar vueltas por darlas. Antes de llegar a la gran ciudad he de encontrar un camino que me enlazará con la carretera que lleva a mi destino de hoy, Copacabana. El camino de enlace transcurre entre vertederos y llanuras inertes, se nota la cercanía de la urbe.
Finalmente encuentro una autovía que más tarde ya se quedará en un carril y me llevará directo a destino. Pero antes tengo que parar a comer una trucha donde me indicó el taxista.
El lugar está lleno de pequeños restaurantes que tienen la carretera por un lado y el lago Titicaca por otro. Delante de cada bar, unas mujeres haciendo señas a los vehículos que transitan, para que aparquen en su puerta y coman en su local. Yo identifico el mio y aparco.
Primer contacto con el lago



Y la trucha aunque no sea para tirar cohetes, no está mal



El local tenía algún detalle más que la mesa



Descansado y fumado sigo bordeando el Titicaca  disfrutando de su inmensidad.





Hasta que se acaba la divertida carretera y toca embarcar para cruzar el lago. Algo siempre emocionante.


Hay más barcazas que vehículos que transportar, por lo que hacen una rueda y se van turnando y eso en el caso de hoy es igual a un viaje en todo el día en un trayecto de unos quince minutos.







Una vez al otro lado la carretera es aún mejor, grandes vistas bordeando el lago por todo lo alto. La grandeza del lago, montañas peladas a 4.000 mts son un placer para los sentidos. Estoy pletórico por estar a punto de acabar la hermosa etapa boliviana y empezar otra nueva. 



Y así en bajada llego dando gas y tumbando la divertida Tenerinha
A la turística y fronteriza Copacabana



Encuentro rápidamente mi hotel con cierto aire hippie/religioso


Una propietaria extrovertida y algo alocada. De nuevo gente agradable en un entorno modesto.
Me acabó convenciendo, que ir cruzando fronteras con semillas de coca, por bonitas que fueran no era buena idea y me enseño a hacer una buena bola de hojas con algo dulce en medio. Todo un arte vamos.
En busca de fotos y cena me fui a recorrer el lugar. Algo atípico para ser Bolivia, muchas tiendas y restaurantes, música en vivo , camareros intentando captar clientes. Un sitio turístico y con mucha gente joven sobre todo .






Aquí en la plaza está la patrona de Bolivia, nuestra señora de Copacabana


Y siguiendo hacia la playa el ambiente es más ocioso y menos beato.






Una puesta de sol pone fin a una tarde relajada y bien aprovechada, la última en Bolivia!
Un país del que me quedo enamorado de su humilde y encantadora gente. Donde mis retinas no han podido con toda la belleza que se me ofrecía y la cámara no pudo tampoco reflejar la inmensa y agreste naturaleza que allí se palpa.
Los cientos de kilómetros recorridos por esos caminos que tarde o temprano desaparecerán debajo del asfalto, me han enseñado a estar solo de verdad a tener paciencia y a superarme. Por todo eso...
Gracias Bolivia

                                                PERÚ



Salgo temprano en un día gris y frío que será la tónica general del día. Llego rápido a la frontera que está a pocos kilómetros de Copacabana y hago la salida por la parte boliviana en pocos minutos, pero me he tenido que esperar un rato a que abrieran la peruana, aquí se atrasa una hora el reloj. Mientras tanto la gente de a pié pasan la barrera de un lado a otro, al otro lado ya se nota diferencia aunque solo sea por los motocarros de tres ruedas, los torítos les he oído llamarlos, los hay por todos lados. Miro de aprovechar el tiempo y paso yo también y cambio moneda.
Cuando ya veo movimiento en la aduana peruana, me acerco poco a poco y exageradamente amables me hacen pasar. Sello en un momento el pasaporte y al hacer la importación temporal de la moto y no tener el seguro, ya que se saca en el pueblo a dos kilómetros de allí, el amable agente me comenta que me hará el papel de entrada igualmente, pero... que el se la está jugando por ayudarme y nos vamos a tener que ayudar mutuamente. -Usted me entiende?- decía, vaya si lo entiendo.
Esta vez el aviso del taxista no fue en balde y era la primera vez en este viaje que me encontraba con algo así. Mientras rellanaba el formulario en el ordenador yo estaba preocupado ya que no sabía que darle para no quedarme corto ni para pasarme, para ayudar en la justa medida vaya. Le dí veinte soles y los agarró al vuelo mientas miraba de reojo que no lo viera el compañero, los guardó en el cajón y su sonrisa me hizo ver que la ayuda era suficiente. 


Salí de allí estrenado con mi primera coima y en un momento me planté en Yanguyo donde el plaza del pueblo saco el seguro por unos treinta y tantos euros. En la misma tienda tenían chips para el teléfono pero no me lo pudierón hacer, en Perú ya es algo más complicado que en países anteriores. Una nueva ley en la que los demandantes de tarjetas se tienen que identificar con su DNI y su huella dactilar y si eres extranjero lo tienes difícil por lo menos donde yo estaba. Pero hecha la ley hecha la trampa y siempre hay quién se las ingenia para esquivarla. Finalmente con mi chip cambié el dinero que me quedaba en la misma plaza, donde la abuela enjoyada con más plata que nadie por allí, a contado y recontado mis billetes uno a uno y los comprueba a trasluz .
Ahora que ya lo tengo todo, puedo poner rumbo a Juliaca donde he cogido alojamiento por proximidad a la frontera y por el nombre. Ciudad tocaya.


Ya rodando me parece apreciar que aquí están un poco mejor económicamente que sus vecinos, me encontré con algún control que pasaba como los locales, invadiendo el carril izquierdo para pasar por detrás del guardia..
Llegado a Puno me he saltado la ruta y el navegador la ha recalculado y me ha metido por la calle de mis sueños, pesadillas más bien. La más empinada que he subido hasta hoy. Una calle cementada con casas escalonadas a ambos lados. Meto segunda y gas a fondo, pero se me va viniendo a bajo el motor por lo que reduzco a primera y a medio gas, como se sigue viniendo abajo gas a fondo y cada vez sube más y más y parece que no voy a llegar arriba donde ya veo la carretera. Pienso que si se me para y no llego, no la podré aguantar y nos iremos hacia atrás, en el último suspiro del motor consigo meter la rueda delantera en la cima y antes de que se pare aprieto el embrague consiguiendo que no se cale. Ya tenía la situación controlada, con una rueda arriba y otra abajo, he empezado a reírme a carcajadas durante un buen rato. Justo saco la moto hay un mirador, he parado a hacer un cigarrito con una sonrisa que no me deja.


La ciudad y el gran lago y la no menos grande Tenerinha



Ya sin parar llegaré a Juliaca una de esas ciudades feas de grandes avenidas sin asfaltar, caos circulatorio y lloviendo.
Descargar moto , ducha y una infusión.


Las vistas desde el hotel son poco esperanzadoras  


Luego bajo a chafardear



Una vuelta para estirar las piernas y a buscar algo para cenar. Unos pequeños locales sin puertas de cuatro o cinco mesas, donde el reclamo es sopa de gallina o de pollo. Pues hoy sopa! Esto consiste en un caldo con espaguetis y un muslo de pollo o gallina, a escoger y acompañado con choclos. Una riquísima sopa por menos de dos euros y a dormir.



Salgo temprano de la fea y caótica Juliaca tengo por delante cerca de 400 kms. Dejando atrás la ciudad los paisajes se vuelven agradables en un día gris y frío.


Hacia el final de la ruta llueve un poco y sobre el mediodía llego a Cusco.
El hotel está a dos cuadras de la plaza de armas en una calle muy concurrida y me cuesta localizar ya que no veo ningún indicativo, pero ahí estaba.


A pesar de las apariencias tras esa puerta a través de un pasaje se accedía a un bonito y tranquilo lugar con relajantes patios interiores donde descansar, regentado por una agradable familia. 
Una vez entrada la moto, me cambio y voy a pasear la ciudad y a comer un poco.





















 Una plaza grande agradable de pasear entre iglesias coloniales, comercios, chicas ofreciendo masajes y lo que yo buscaba, las oficinas de los trenes para llegar a Matchupicchu. 
Mi primera intención era llegar en moto lo más cerca posible de Aguas Calientes donde ya sabía que solo se puede llegar o en tren o andando y el lugar más cercano donde llegar era Hidroeléctrica, pero aquí paraban pocos trenes ya que la mayoría van directos. La cosa es que el viaje esta pensado para hacerlo desde Oyantaytambo en cualquier variable los caros precios no se consiguen disminuir mucho.
Más o menos ya tenía información, que iba un poco en contra de mis planes, antes de decidir que hacer me doy otro paseo hasta lo alto de la colina de San Cristobal pare ver la plaza y la ciudad desde otra perspectiva .






 Llegar hasta aquí por las empinadas calles, me costo un cierto esfuerzo, es en estos momentos donde se hace notar la altura.
Deshaciendo el camino de nuevo a la plaza, valoro pros y contras y entre el día de mañana que pinta mal, encontrar donde dejar la moto un día entero y casi los mismos precios de tren, acabo cogiendo un paquetíto turístico completo. Eso es que me recogerán en una furgoneta en el hotel a las 3.30 de la mañana y de allí a la estación de tren a unas dos horas para llegar a Aguas Calientes poco antes de las nueve y de allí otro autobús hasta la famosa montaña. Toda una gincana. Esto y la vuelta al hotel al día siguiente me costó 170 €. No sé si será el tren más caro del mundo como he leído, pero para mí lo fue.
Esperando que impriman los billetes ha caído la noche y la plaza se ha ido vaciando, Ya cada vez quedan menos turistas y la numerosa policía también va desapareciendo. 




Me entregan los billetes y quedamos en la hora convenida. Sobre todo me dicen, que no salga del hotel a esa hora, ellos vendrán a buscarme. Si que vi mucha policía es cierto, pero no tuve sensación de inseguridad por ningún lado. 
Voy hacia el hotel para intentar dormir algo y la bulliciosa calle de hace unas horas ahora esta casi desierta, y veo algo a lo que ya me voy acostumbrando, la seguridad privada, que se encarga de vigilar los locales de la zona, entre ellos los hoteles.
La moto se quedará aquí en Cusco por lo que a la vuelta seguramente haré noche aquí otra vez. Me dejan un desayuno preparado en el frigorífico del comedor y me voy a la cama , porque dormir, creo que no dormí nada.

El despertador estaba a las 2.30, pero no confiaba mucho en él y lo estuve vigilando desde la cama. Una vez levantado preparo la bolsa que junto con la chaqueta y pantalones de moto dejo en recepción y me hago un café. Antes de la hora ya estaba listo aunque hasta las 4.30 no vinieron en mi busca, lo que ya me hacía dudar si vendría alguien . Pero cumplieron lo pactado y todo fue según lo previsto.
Diez personas que no nos conocíamos de nada, recogidas de distintos hoteles en una furgoneta kamikace con un mismo destino.
En el tren con una decoración interior con motivos incas aprovecho para desayunar un poco ya que son casi otras dos horas de trayecto.
Me asombra que con esos precios, no haya ni un asiento vacío, luego me contarían que son unas ocho mil personas las que acceden diariamente aquí. Una vez en Aguas Calientes voy al hotel que había reservado un par de días antes a dejar la pequeña bolsa y a desayunar de nuevo. Es lo que tiene el no ir en moto, me paso el día comiendo, y tengo dos días de parón.



Ya solo queda coger el autobús que nos suba el último tramo


Por unos caminos poco cuidados donde solo circulan estos autobuses, llego a los pies de Matchupicchu. Siendo descargado del bus, como como lo han sido los centenares de personas que como yo esperan a su guía y otros tantos guías esperando a su grupo.
Finalmente visita, fotos y más fotos a un lugar que estando cerca no se puede dejar de visitar aunque el precio a pagar sea alto y no solo el económico. Hay una masificacion importante.






Ya visto, el guía me comenta que si quiero ahora puedo volver a acceder con la misma entrada y verlo yo solo a mi aire y más tranquilo, pero a parte del cansancio generado por la altura con una vuelta ya tengo suficiente.
Uno de esos sitios fantásticos que nuestra curiosidad está matando. 
Vuelta al pueblo y a pasar la tarde comprando algún recuerdo más relajadamente. Al final ha sido un día largo e intenso.

Después del día de vuelta a Cusco, que me sirvió un poco de descanso y para poner orden y limpieza en mi bolsa, ya emprendía ruta bien temprano con destino a Chivay y el Valle del Colca.
Tenía calculado unos 140 kms. por asafalto y otros 240 por pistas, el reto hoy era importante. He intentado hacer un tramo largo sin entretenerme mucho aunque finalmente no habré hecho más de 80 kms. por mi primera pista peruana. Me es difícil saber que tramos son de una manera u otra y más cuando se ve que hay muchas carreteras recién asfaltadas y tramos en las que lo están haciendo, por un recorrido hoy muy motero y como casi siempre buenas vistas.











El día ha estado fresco y gris y en mi dirección se ve cada vez más negro el cielo, he acabado pasando frío a una altura considerable.








Se me ha hecho un poco largo el último tamo esperando el chaparrón.


Que finalmente me ha caído a pocos kilómetros de la llegada. Por lo que he llegado a Chivay pelado de frío y temblando, al llegar al humilde hotel ni he hecho el checkin he subido rápido a meterme debajo de la ducha rezando para que hubiera agua caliente. Y aunque tardó en llegar más tardé yo en salir.


Con la temperatura corporal estabilizada ya puedo hacer el checkin y salir a dar una vuelta y como no a cenar una sopa de gallina bien caliente. Porque he vuelto a mi dieta...



El día se levanta claro y los críos de alguna escuela que allí pernocta ya corren y gritan por los pasillos a las cinco de la mañana, aquí los días se aprovechan. Desayuno a las 6.30 y visita de día a la plaza, que ayer me quedé con ganas de fotos.












Un pueblo agradable para el paseante y sorprendente. Como lo es ver un volcán humeante desde la misma plaza, hoy vería un par de fenómenos nuevos para mí.
Aquí como dice mi enamorada la tierra aún está viva y creo que es contagioso.




Ya de nuevo en marcha, la primera parte de la ruta es fantástica por una carretera sinuosa y recién asfaltada, parece que quieren cuidar las pocas zonas turísticas que tienen y la del Valle del Cañon del Colca  lo es.




Dejo el asfalto por un momento para tomar un solitario camino que me llevará a ver otro fenómeno natural nuevo para mis ojos. Un geiser!


Andando por el camino escucho un ruido feo y no distingo de si es motor o cadena, parece que el tubo de aceite pierde algo más y miro el nivel que desde La Paz que no lo hacía, y esta bajo por lo que relleno tenso cadena y recojo herramientas entre miradas recelosas.


Nada más reprender la marcha veo una columna de vapor que es causante de las nubes que se forman en frente de mí y me olvido de ruidos extraños.


Y ya tengo el geiser allí mismo.


Allí pegadito al río, con un buen escándalo. Me encantan estas cosas.



Ya visto mi geiser vuelvo por el mismo camino para retomar la carretera donde la siguiente parada es a pocos kms, en La Cruz del Cóndor, donde me han asegurado que veré a estos gigantes carroñeros si no voy muy tarde. Antes de llegar me encuentro algo parecido a un peaje , con una pequeña cabaña a un lado y una familia recontando boletos mientras hacen labores varias. Como hay dos precios uno para extranjeros y otro para latinos, empezamos el cachondeo con el término y se me adjudica el baremo de latino. Me sale más económico pero entre risas me invitan a llevarme a la abuela en la moto de viaje, algo que rechazamos ambos.
Antes de llegar al lugar indicado ya empiezo a ver los cóndores y me paro para hacer las primeras fotos.





Llego a la cruz y estoy un buen rato tirando fotos y disfrutando de ellos, aunque parece que están cerca, me es imposible sacar una de esas fotos de documental. En este caso ni la flecha ni el indio son demasiado buenos me temo.
A los que no se mueven mucho, me puedo acercar un poco más, el que no se consuela es porque no quiere...




Prosigo camino por la fantástica carretera que poco a poco se va degradando a medida que el valle se queda atrás, un poco de gravilla primero, para continuar muchos kms. con una pista engravillada y un paisaje cada vez más árido.





Llegado a un pueblo llamado Huanbo, se acaba la gravilla y empieza un camino de unas tres horas según un vecino del lugar, donde el cactus va a predominar.
 La espalda va aguantando aunque da señales de estar ahí detrás. Hasta ahora más o menos el conjunto huesos y tornillos vamos resistiendo.



Llegado a un sitio al que llaman El Pedregal, sube el camio a un llano y de golpe cambia el paisaje, se vuelve plano y arenoso.


Las barracas que hay aquí en medio de la nada y el tráfico que empiezo a encontrar me hacen pensar en alguna explotación minera, o quizás solo sean asentamientos. Lo poco que he visto del pueblo me ha parecido horroroso y deprimente, pero al menos había una gasolinera o grifo que dicen y me ha venido de perlas, ya llevaba más kms. de la cuenta y aunque creo que tengo margen no quiero ni imaginar lo que sería quedarse por aquí tirado.
Aprovecho la cobertura y cojo un hotel en Arequipa a 100 kms. de distancia.
De nuevo me reencuentro con el suave asfalto, creo que a todos los componentes de la expedición se nos dibuja una sonrisa. 

  
Tímidamente el verde se deja ver.





Me ha costado dos horas largas recorrer esa distancia, a pesar de las larguísimas rectas atravesando las pampas que dicen allí, donde las dunas grises encima de la arena anaranjada hacen de la monotonía un espectáculo de colores. Parece que soy el único interesado aunque ya no paro hasta el destino. Luego han venido las montañas con unas lenguas de arena  que iban del gris al blanco perla y sus subidas y bajadas, donde los camiones hacen grandes colas que los demás adelantamos cuando las circunstancias nos son favorables.
Llegando a Arequipa la calle principal por la que tengo que acceder esta cortada por obras y tengo que dar unas cuantas vueltas antes de encontrar el hotel. Finalmente dí con él en una calle con mucho tráfico y una entrada un poco cutre, pero con un interior perfecto y confortable.
Llegué tarde y cansado a una ciudad grande, en la que vi la plaza porque allí fui a cenar  y ya de paso un desfile de moda que hacían allí mismo.



Ya por la mañana desde la habitación veo un poco mejor la magnitud de la segunda ciudad de Perú.


Entre tochos también veo desde la habitación las majestuosas montañas, cada una con su nombre y su altura. Recuerdo la más alta, Cachani con 6.000 mts de altura .



Aprovechando que hoy no tengo demasiados kms. por delante, salgo más tarde de lo habitual y volviendo a dar vueltas por las calles cortadas por obras. El primer tramo hasta San José ha sido casi el mismo que hice ayer para entrar en la ciudad, después una sinuosa carretera entre peladas montañas de fina arena, sería el preludio de áridos y bellos paisajes que me acompañarían unos cuantos días.



Bastas extensiones que el ejercito usa como campos de tiro de aviones y donde por lo visto está prohibido parar.


   

Estas grandes rectas van conectando cordilleras, por lo que viendo las montañas al fondo sé que en breve las cruzaré, y poco o mucho siempre cambia el paisaje, los colores y la temperatura. Aunque esto parezca otra cosa, es arena




Poco a poco de vez en cuando vuelve a aparecer la vegetación, señal inequívoca de que hay agua por algún sitio. Y entones también aparecen los cultivos y cerca sus pobladores.


Dos maneras distintas de tomar la misma fotografía.


 En Punta Bombón decido saltarme el régimen y me paro en un bar de los míos, de carretera!


Aquí casi diría que ya huelo el Pacífico.
Con la barriga llena me dirijo a Ilo mi próximo destino a tan solo 100 kms., la carretera hasta allí transcurre paralela al mar por un lado y el desierto por el otro.


Me ha costado avanzar, no podía evitar parar cada dos por tres.




Hasta ahora no había sido consciente que el viaje me llevaba de costa a costa y sin proponermelo aquí estaba, rodando con el Pacífico a mi derecha intentando visualizar mentalmente lo que hay al otro lado del océano. 
Hoy me he sentido parte de este mundo.


Llegado a Ilo pueblo o ciudad industrial sin demasiado interés, descarga, ducha y a buscar cena por el centro.


Se acaban viendo en todos los lugares habitados, y te hacen buscar instintivamente puntos altos con la vista o imaginar si sería capaz de subir con la moto alguna montaña que viera a lo lejos.
Aquí perdí mi vieja gorra y el sol aprieta mucho para mi despoblada cabeza. Afortunadamente de esto se encuentra en todas partes.
Fumando un cigarrito en el banco de la plaza después de cenar, se me sienta una voluminosa mujer a fumar a mi lado y muy risueña me dice que ese banco es su cama, pero que no me preocupe que todavía es temprano. Ella tenía ganas de juerga y yo de dormir, me despedí cortesmente, mientras ella insistía que no me fuera que la noche era joven. El tabaco al final va a ser malo de verdad.


Salgo tranquilo de Ilo, lo que parece que una vez atravesado el ecuador del viaje, va a ser la tónica. Cada vez voy más relajado y saboreando sin prisas el momento. Hasta el momento no podía controlar los días de viaje con los kilómetros que tenía por delante, pero ahora ya veo que la fecha que mas o menos me he fijado de llegada la puedo cumplir si toda va como hasta ahora.
Un día espléndido y pocos kilómetros por delante, los paisajes siguen la tónica del día anterior, Pacífico a la derecha y desierto a la izquierda, un paisaje fantástico para mí.





En un par de ocasiones he visto unos carteles de avistamiento de focas y me ha hecho estar pendiente de las rocas de la costa por si veía alguna, pero lo único que he visto por muchos kilómetros ha sido una espuma aceitosa proveniente de alguna refinería o algún barco. Y no creo que eso les guste  a los leones marinos.
Pequeños asentamiento de pescadores en la playa y muchos caminos que entran en ellas. Unas motos en la misma orilla, me hacen entrar ganas de acercarme yo también y sacar una foto chula.




Nada más salirme del camino compacto, se me hunde hasta las trancas. Con el calentón de sacar la moto ni se me ha ocurrido que la foto chula era esa y no la de la playa. Vaya, que ahora que no hay caminos y sus dificultades parece que los voy buscando.
Voy siguiendo ruta en dirección a la frontera chilena, pero antes me desvío un poco para pasar por los últimos pueblos costeros de Perú, dejando el asfalto atrás, Y hay cosas que intimidan.


Uno no pasa muy tranquilo pensando en que alguien se le ocurra señalarte.
Pero quién dijo miedo?


Hoy a falta de uno dos. A estos tan pequeños les llaman bollos.


Tenía bastante dudas de si hoy podría cruzar a Chile es domingo y además elecciones generales allí, debía sacar el seguro  y siendo festivo no estaba claro poderlo hacer. Si pasaba bien y si no también.
Justo antes de llegar a los controles fronterizos veo una franquicia de una aseguradora y aún estar todo bastante desierto, una de sus puertas está abierta y puedo sacar un seguro por dos semanas y unos 18$. 


Este paso por Arica es lento y complicado, mucha burocracia y papeleo, pero ordenado y sin coimas. Se nota el paso a un país bastante más rico.
Uno de los papeles a firmar es una declaración jurada de que no se lleva ningún tipo de comida o semillas. Semillas!
He pasado un mal rato viendo como examinan los coches minuciosamente y después hacer todo el papeleo de peruanos y chilenos, me han hecho pasar la bolsa por un escaner aunque nadie se fijara si lo hacía o no, pero la he pasado y a cada prueba superada le acompaña un sello en un certificado de viajeros que le he tenido que comprar a un taxista. Hacen falta seis sellos para poder cruzar el paso con éxito y solo me queda el último que consiste en revisar la moto y la maleta que con un rápido vistazo se ha dado por bueno, ahora con el certificado lleno de sellos solo queda cruzar la última barrera y ya estoy en Chile.


                                                CHILE







Antes de quedarme sin cobertura cojo hotel en Arica y ya veo que aquí todo va a ser más caro, los precios mas o menos son equiparables a los europeos, por lo menos del sur, este primer hotel me cuesta 54$ que traducido a pesos es una burrada.


Un café por ejemplo estaba sobre los 1500 pesos. Cuesta asimilar estas cifras. 
La frontera esta muy cerca de la ciudad y en poco tiempo me he encontrado cerca del hotel, todo lo cerca que el GPS me ha sabido dejar. Como ya he dicho los mapas Open Street que llevo en el navegador, en ciudades no acaban de afinar aunque se acercan bastante y con el teléfono sin tarjeta aún, he llegado a la vieja usanza, preguntando, preguntando y preguntado. Soy pesado, desconfiado y con poca memoria.
Finalmente doy con el hotel muy cerca de la playa y al que no le falta de nada y con el cambio horario de dos horas más resulta que ya es hora de comer y si hay que comer, se come. Me quedo en el restaurante del hotel y pido algo para picar y el tan recomendado ceviche, un plato frío de pescados marinados acompañado de cebolla y distintos tipos de choclos o maíz.




Como ya se ha visto no soy de comidas muy elaboradas y un poco reacio si no las conozco, pero quizás la presentación, el hambre atrasada o por lo rico que estaba, he comido con ansia y quizás hasta con alguna lágrima a punto de saltar. En fin, que he disfrutado como un cochino.


La cuenta no deja de asustarme aunque al cambio serán unos 12 €. Aún así según el chico de recepción es un poco más caro de lo habitual, por el tipo de sitio en el que estamos. 
Con el cigarrito de rigor y la moto descargada, me voy al centro a ver que gestiones de las que tengo pendientes puedo hacer en un domingo de elecciones. Y la verdad es que pocas, no pude cambiar moneda ni encontrar tarjeta para el teléfono, simplemente sacar algo de dinero de un cajero. pero ya tengo controlado donde venir mañana a primera hora. Un paseo por el centro donde encuentro motos tan chulas como esta,


Antes de volver he dado una vuelta con la moto bordeando la ciudad hasta el espigón donde parejas y familia acaban de pasar la tarde


Y ya de camino al hotel, donde tenía ganas de tomar una cerveza fría en la playa y de mojarme ni que sean los pies en el Pacifico.
Lo de la cerveza en la playa no fue posible, aquí no sirven bebidas alcohólicas en los chiringuitos que están en la arena.

   
Pero me pude mojar un poco.


Una hamburguesa de churrasco y a dormir. 


En el cuarto país de mi ruta me doy cuenta que estoy más cerca del final que del principio. Chile de momento me ha recibido bien aunque el carácter de su gente sea algo más serio y reservado. Está por delante del resto de sus vecinos y se nota en todo. Como muestra, los pasos de peatones aquí son sagrados, al más mínimo intento de cruzar se para todo el tráfico.

Antes de abandonar el hotel por la mañana voy al centro de nuevo a ver si consigo una tarjeta para el teléfono, pero por lo que parce en este país me va a costar más por una nueva ley en la que los teléfonos tienen que liberarse para poder estar identificados. Una medida de vigilancia del gobierno sobre la población disfrazada de control de impuestos por la importación de dispositivos, a la que por supuesto se abonaban la mayoría de los medios. Eso para un extranjero quiere decir que puede tardar entre dos y cinco días tener la autorización para la tarjeta o chip. Por lo que de momento solo consigo cambiar los 250 soles por 48.500 pesos.
Con los bolsillos llenos de billetes recojo la bolsa y pago el hotel, con lo que consigo vaciar los bolsillos de nuevo y sigo mi ruta por la costa dirección a Iquique. 
Los paisajes en el primer tramo son muy parecidos al día anterior, el océano por un lado y el desierto por el otro. Pero la mayor parte de la ruta es por el interior en carreteras de las de disfrutar del gas si se puede. Eso en mi caso es en bajada.




Eso si, ni una gasolinera en más de 250 kms. a 50 de Iquique pude repostar.
Llego a la hora de comer a la que fue la niña de los ojos de Pinochet y declarada zona franca. Y una vez descargada y guardada la moto , eso hago, comer.  He cambiado el plátano por el pescado. Bien satisfecho me voy andando por el paseo marítimo al centro de la gran ciudad  a una media hora de paseo.




Grandes avenidas y calles algo vacías, pero muy bien cuidado y en cada calle perpendicular al mar el letrero advirtiendo del peligro en caso de tsunami .
La misión era encontrar una tienda donde liberar mi teléfono de una forma alternativa. Y lo acabé consiguiendo en un pequeño local al fondo de unas galerías. El jacker me pide 13.000 ps y media hora. El importe lo puedo regatear, pero la media hora se ha convertido en dos y eso se me ha comido la parte buena de la tarde.
La temperatura cae rápidamente en cuanto se empieza a esconder el sol y aprovecho para comprar una gorra que me acompañará en esta segunda parte del viaje, pero a pesar de la gorra no consigo quitarme el frío, las chanclas y los bermudas no han sido buena elección.
Una cena cerca del hotel en el mismo sitio que comí y a dormir en la mezcla de habitación y barracón que tengo hoy como morada.

Un clac-clac como si fuera un ratoncillo royendo algo es el aviso de que debo levantarme ya, es de día. Pero no, no hay ningún roedor en la habitación barracón, se ha roto alguna cañería del techo y el suelo esta encharcado, aún menos mal que no me ha caído encima o de la bolsa con la ropa. Un lugar de esos donde la calidad/precio están en las antípodas.
Salgo fácilmente de Iquique por una autovía que a la altura del aeropuerto se queda en un carril y sigue la carretera como en los últimos días bordeando la costa.



Hoy pocos kilómetros hasta Topoquilla mi último destino en la costa pacífica. Por lo que el día ha sido muy tranquilo y parando a menudo para hacer fotos.




 De los paisajes y de animales que solo había visto en el zoo.








Siguiendo la ruta me encuentro una aduana, donde tengo que hacer papeles como si cambiara de país y fue aquí donde me informaron de que el dictador, como favor a su ciudad predilecta la declaró zona franca. Y aprovechando que había un pequeño bar y la carretera estaba desierta de cualquier cosa, me entretuve mientras tomaba café en unas agradables y enriquecedoras charlas socio políticas con un joven y culto camarero. Al final los países con dictaduras más o menos recientes tenemos muchas cosas en común.
Estos encuentros fortuitos son los que le dan vida al viaje.



Prosigo por la solitaria carretera donde de vez en cuando aparecen pequeños poblados de pescadores muy cerca de la playa.





Llego a Topoquilla un pueblo con poco encanto la verdad, pero donde tengo un hotel estupendo para hacer noche aunque un poco apartado del centro. Descargo la moto y me recomiendan donde comer. Cono no tengo ganas de ir andando ni de coger la moto, me recomiendan coger un colectivo de los que dicen que pasan a menudo y son económicos, y yo en la esquina esperando un pequeño autobús o furgoneta como las había visto en Perú. Iban pasando unos turismos negros que al verme aflojaban la marcha, pero al no hacerles caso seguían. Hasta que no vino una niña que iba al cole en colectivo y me dijo que eran esos coches negros me costó pillarlo. Nos montamos hasta llenar las cuatro plazas, y así hasta el centro, gente que baja y gente que sube, una buena manera de amortizar el viaje y además siempre costaba lo mismo, cinco pesos.
El modesto restaurante recomendado, resultó ser un placer para los sentidos, si el ceviche de Arica me resultó bueno, este estaba en otra galáxia. Sin duda el mejor banquete de todo el viaje.


A la pregunta de si me gusta el picante, la respuesta es siempre si, y muchas veces me parece que pica poco. Pero esta especie de pimiento rojo, puso a prueba mi garganta bajo la malévola sonrisa del cocinero.


 Si por allí te vieras, no dejes de visitar el Restaurante Peruano.
Muy bien comido y fumado me doy un paseo por el pueblo que se me acaba pronto.


Hoy que tengo tiempo, no tengo pueblo.  Así que con un colectivo me voy a descansar al hotel familiar donde para compensar el de ayer el trato ha sido exquisito y la habitación perfecta.


Con todo preparado y la moto a punto  he ido a repostar y tal como me indicó Cristian el propietario del alojamiento, me he acercado al puerto a ver si tengo suerte y veo algún león marino.




 Y he tenido suerte porque habían tres o cuatro esperando algún regalo de los pescadores.







Un buen regalo para empezar el día, verlos en libertad.
Estos también esperan algo, pero hay a cientos y son más bonitos volando.




Retomo mi ruta dejando el Pacífico a mi espalda y poniendo rumbo al Este. Ha sido un breve pero intenso contacto con esta espectacular y árida costa.
Hasta Calama ha sido una recta de 140 kms. rodeado de desierto, allí he vuelto a repostar y a retomar aliento, aún no lo sabía pero en pocos kilómetros me esperaba la llamada ruta del desierto.






Por lo que parece atravesaré esas montañas del fondo, En vez de ir por la carretera principal a San Pedro de Atacama mi destino de hoy, mi ruta daba una vuelta por arriba para ver el geiser del Tatio y alguna cosa más que me había llamado la atención en el mapa, lo bueno es que he encontrado asfalto por donde creía camino y menos mal, porque ha resultado ser una vuelta mucho más larga de lo esperado. 





Tenían algo aquellos paisajes con volcanes al fondo o el momento en el que me encontraba, pero era un día de aquellos que a pesar del calor o cualquier otra inclemencia tenía la moral tan alta como de las montañas a las que me acercaba.







Algunos tramos en obras por donde debajo del roto asfalto brotaba la fina arena como charcos, me han dado algún susto serio afortunadamente salvados. Hay días de pocos sustos, otros de bastantes y siempre pienso lo mismo, la gran elección de una montura ligera. Con una moto de 300 kg estaba en suelo cada dos por tres.
Ascendiendo ya sobre los 4.000 mts el calor ha dejado paso a una temperatura mas bien fría y la aridez poco a poco a ríos y tímidos brotes verdes y con ello han aparecido las vicuñas, los flamíngos, patos y otros a los que no sé poner nombre. Por unos kilómetros la ruta del desierto se ha convertido en un auténtico safári.
Difícil no parar a cada momento.























Hacía rato que el asfalto había desaparecido y el camino no era muy bueno, pero no importaba en absoluto, el espectáculo de esta naturaleza viva bien valía la pena.


Al encontrar el desvío hacia el géiser del Tatio veo que el camino está muy mal y me he ido comiendo las horas del día y decido dejarlo correr, la jornada está siendo larga y acabarla con 70 kms. de pistas de suelo rizado, gravilla y arena, es como poco, cansado.
No queda otra que ir avanzando sin prisas y finalmente llegar al destino, aunque ya he decidido que voy a ir lo más recto que pueda. 



Y recto voy.



Aquí en este último tramo, el camino se volvió tan bueno que me costaba diferenciarlo de una carretera asfaltada medianamente decente. Sin rizos, agujeros ni roderas, imagino que el tipo de material usado y la falta de lluvias deben ser un buen aliado en el mantenimiento de esta pista en estas excelentes condiciones.
Y así sin darme cuenta he ido cogiendo velocidad y acercándome mucho más rápido de lo que esperaba.
Una señal marca seis kilómetros a unos baños termales y decido ir dar un vistazo, el tramo hasta allí resulta estar en obras y puedo ver como preparan esas pistas tan buenas, con tierra seguramente volcánica bien empapada para que compacte, pero entre que la pisan y no, me toca ir en un barro rojizo muy deslizante, nunca sabe uno donde va a encontrar diversión o susto.



Los baños a pesar del calor que vuelve a hacer, no me tientan y me voy ya, ahora sí en busca del hotel. De camino paso por encima del Valle de la Luna y no le presto mucha atención tenía previsto volver después, lo que no tenía previsto es que tuviera hora de cierre. Por lo que se lo dejaré a los místicos que van allí a ver la puesta de sol. 
Llego finalmente a San Pedro de Atacama un pueblo polvoriento y con un sol implacable, mucha gente por sus calles, la mayoría turistas jóvenes. Descargo la moto en el alojamiento y vuelvo a las polvorientas calles ya que me había puesto deberes para esa tarde. El primero comer algo aunque fueran más de las cuatro. La ventaja de estos lugares tan turísticos es que se puede comer a cualquier hora y encima en este caso bastante bien. Luego me marqué el difícil propósito de encontrar un seguro para cruzar mañana la frontera argentina, y preguntando, preguntando me mandaron de una punta del pueblo a otra y de otra a una. No hubo manera, parecía un complot y cabreado acabé por dejarlo para la frontera, ya que aquí parecía imposible poder hacerlo. Esto me sirvió para conocer el pueblo como si fuera el mio, las calles turísticas llenas de alquileres de todo lo imaginable, venta de artesanía, joyerías, bares. Alquiler de coches donde quizás, a lo mejor podrían hacer seguros? Se del cierto que no hay.
He acabado la tarde fundiéndome los pesos que me quedaban en una joyería dedicada al cobre comprando cosas para mis chicas. 
Ya de vuelta a descansar, miro de dejar todo, lo más preparado posible, mañana toca frontera y hay que ir temprano y con tiempo por lo que pueda pasar. Papeles a punto y la moto repostada, y por primera vez y ante la duda de no encontrar gasolineras lleno el bidón y lo ato a uno de los soportes laterales de la moto.

Un paso rápido y corto por Chile que me deja con muy buen sabor de boca y con ganas de más. Bellos paisajes y aunque algo austera en emociones he encontrado gente noble y buena.
Ah! Y que cocina!!




  

                                                           ARGENTINA


Tenía un día largo por delante, 400 kms. y una frontera entre medio. A las 7.30 desayuno y una hora más tarde ya estoy en marcha hacia el Paso de Jama, la primera frontera andina por el norte entre Chile y Argentina. No era la escogida en principio ni la más interesante seguramente, pero sobre la marcha se va cambiando la ruta y en esta ocasión desistí pasar por el Parque Nacional de las Vicuñas, por problemas logísticos varios, que me hubiera llevado por el Paso Sico quizás algo más interesante. 
Un día claro y frío, desde que he salido a poco más de mil metros, la carretera sube y sube hasta los 4.800 de Jama.



A la moto le cuesta subir tanto y tan seguido, le tengo que ir quitando marchas como si fuera un camión cargado a la pobre. Yo creo que se alegra de que pare a hacer fotos o para abrigarme. Le voy mirando de vez en cuando el aceite y he aprendido a no ponerle al máximo, con el nivel al medio tira menos. Todavía va con el aceite que le puse atravesado el río en Bolivia. La verdad es que se está portando mejor conmigo que yo con ella.  


Los pequeños lagos helados que me encuentro con flamíngos decorándolos, me confirman que la temperatura es bastante baja hoy por aquí. Paisajes a pesar de todo de grandes montañas y algún volcán.



Entre estos inmensos espacios me gusta relativizar los grandes problemas, quedan aplastados y reducidos a polvo aunque sea por un rato.
Llego arriba a la frontera y hay que tocar de nuevo con los pies en el suelo.


Esta vez el paso ha sido muy rápido, muy poca gente cruzando por aquí. Tan rápido que no me han hecho el papel de importación temporal de la moto, ni yo lo eché en falta en un principio, aunque más tarde le daría vueltas pensando que quizás aquí sería algo telemático y a la salida del país lo comprobarían. Pero no, no es así, no lo hice y como me dirían al cabo de unos días en la salida, yo tenía que haberlo exigido me dijo la agente, podía haber tenido problemas en cualquier control si me lo hubieran pedido.
Y sobre el tema del seguro, aquí arriba no hacen seguros, una de las razones que me dicen, es porque no hay nada de cobertura y no se podría contratar on-line. Otra vez a buscar pueblo a pueblo para sacar un seguro. Esto ha sido algo que se ha comido mucho mi tiempo y energías, la contratación de seguros, y una lección de la que sacar algo en claro, por mucho que cueste hay que venir con los seguros hechos.
He estado un rato por allí, me gustan las fronteras  una vez pasadas, es como que necesito mi tiempo para comprimir lo que dejo atrás y empezar a tantear lo que viene de nuevo.
En unas barracas de comida rápida cambio la moneda que me queda y me voy a tomar un buen café a la gasolinera que ya hay en el lado argentino. 
Una vez vaciado el bidón aunque no cabe mucha gasolina lleno el depósito en el surtidor. Ha sido la primera vez que lo uso y también la última, ya que se ha quedado en el cubo de la basura. Realmente tenía muchas ganas de perderlo de vista.
Un poco de charla con unos colegas camioneros mientras fumo, me cuentan que si ahora es costoso subir esos puertos con más de 40.000 kg., no hace muchos años y sin asfaltar no habían bastantes horas en un día para hacerlo. También me han adiestrado un poco a la hora de pagar las coímas que me aseguraban iban a caer sobre mí, sobre todo en la región de Tucumán, donde parece que tenían fama por eso. Una amena y didáctica charla.
Me pongo en marcha de nuevo ahora siempre cuesta abajo entre largas rectas y pequeños salares.


En el primer poste que encuentro vuelvo a llenar el depósito y me encuentro con semejante triciclo y su V8. Pensaba de entrar con eso a la ITV de mi barrio y la cara que iban a poner.



Las series han hecho mucho daño.



En el siguiente pueblo que encuentro, intento sin éxito hacer el seguro. Lo que si puedo es comprar una tarjeta para el teléfono, aquí a sido más fácil que en Chile.
Esta parte del norte parece tan pobre como sus vecinos bolivianos y sus fisonomías también son similares.
Ya hago los 130 kms. hasta Purmamarca, mi destino de hoy, de una tirada atravesando kilómetros de rectas y un par de salares bien grandes y con bastantes turistas.



A 30 kms. de llegar la R52 se convierte en una espectacular carretera entre barrancos y buenas curvas donde ayudado por los 2.000 mts. de descenso he disfrutado de la moto en su comedida versión deportiva como pocas veces.


Y llego a Purmamarca sobre las cinco y media de la tarde.





Aún así me sirven mi primer trozo de carne argentino. Que mejor nombre para la cosa que mata-hambre.


Sin perder mucho tiempo ya que el sol empieza a caer voy con la moto a dar la vuelta alrededor del pueblo, por el camino que lo rodea y ver los cerros de los siete colores.

  









Aunque creo que es mejor verlo bien temprano por la mañana ha sido una buena excursión para hacer la digestión. Y así poder estar preparado para la cena repitiendo bar y mesa. 
Un modesto Tamal de Llama ...


Otro lugar turístico pero con un ambiente mucho más relajado que el de ayer.

Después de la paliza del día anterior, he empezado tranquilo y buscando información para sacar el seguro de la moto. En Jujuy que me venía de paso había encontrado algo, pero el chico del hostal me recomienda ir en dirección contraria, al pueblo de Tilma. Ya que por el otro lado me encontraría un control permanente de carreteras y pasar sin seguro no es buena idea.
Encuentro por internet donde hacerlo y me voy a Tilma, donde consigo hacer un seguro después de esperar un par de horas por problemas con la matricula extranjera, por unos 18 € creo recordar y un mes de duración. Es cerca de la una del mediodía y pongo dirección Salta mi destino de hoy. Al volver a pasar por Purmamarca veo el control y como paran a coches y autobuses y examinan detenidamente, a mi no me paran. Si lo hubieran hecho y sin seguro la multa sería de 1.000 pesos y quizás alguna coima. Pero eso ya no es problema ,
Los últimos kilómetros antes de Jujuy ya son de autovía, allí me he salido para repostar en el centro de la ciudad, que ha resultado ser más grande de lo esperada y para retornar a la autovía me ha costado un poco y alguna calle en contradirección. Con la autovía a la vista ya, un fuerte y agradable olor de carne a la parrilla, me hace frenar en seco y aparcar en frente de la churrasquería  y entre un calor sofocante me he comido mi primera parrillada argentina.



De aquí hasta Salta ya es casi todo autovía excepto algún tramo de un carril y algún otro en obras. Ya es la segunda o tercera vez que coches adelantando de frente a mí, me ignoran totalmente. Y yo aguanto casi hasta el final por mi carril, pero hoy me ha pasado uno rozando y su cara era de máxima tranquilidad. Vaya que las pequeñas motos aquí, somos casi invisibles para algunos. Y en el tramo en obras por poco me come un camión, al que adelantaba por un carril delimitado por piedras, mientras él sin verme se me iba echando encima, aquí pasé miedíto, solo se dobló el espejo.
Llego a Salta por todo lo alto, después de pasar un control policial hay un mirador en el que paro básicamente porque veo un bar y estoy deshidratado. El bar está cerrado por lo que acabo bebiendo el agua caliente de la maleta y ya que estoy me distraigo un rato con la vista de la ciudad.







Desciendo a la ciudad en el último tramo de hoy, lo primero que me encuentro, son anchas avenidas y grandes parques con buenas sombras y fuentes disparando agua a gran altura, una refrescante imagen para una tarde de temperatura sofocante.
Hasta llegar al centro donde tenía el hostal, recorro una ciudad de grandes y ordenadas calles, a primera vista resulta muy agradable.




Una vez en el hostal, lo primero que hago es beber cuatro vasos de agua del tirón, hoy he pasado sed, no sé si la parrillada tendrá algo que ver.
Tras una ducha, guardo la moto en el parquing no si antes regatear el precio un poco, querían cobrarme el precio de un coche! Acabe consiguiendo casi la mitad.
Ya bien fresco e hidratado me voy a la plaza donde el ansia me hace pedir una limonada y una cerveza. Las dos enormes pero no hay prisa, me las acabaré bebiendo en medio de manifestaciones reivindicativas.



Era ese día de la semana en que se ponen todos de acuerdo para manifestarse y reivindicar cada uno lo suyo. Me gustó la implicación de esta gente.


Alguna pizza cenaría ya que no lo recuerdo para nada y un paseo para hacerla bajar un poco.




Lo dicho, un lugar bonito y agradable acorde con el alojamiento.

Sin madrugar demasiado, acabo de difinir la ruta con la ayuda del chico del hotel, pasaría por Cachi donde me asegura una ruta bonita y por distancia ya podía coger el hotel allí también.
Inicio ruta por la que tenía prevista anteriormente por un camino que bordea un lago, pero una vez andado unos kilómetros por  una pista con poco interés doy la vuelta y pongo rumbo al destino de hoy, fue un acierto porque la nueva ruta hasta Cachi resultó larga pero muy entretenida. Que empezó por una estrecha carretera de montaña y acabó siendo un húmedo camino con niebla y ratos de lluvia, bordeando el Parque nacional los Cardones.









Entre nieblas alguna parada para fumar algún cigarrito en una mañana fresca, el húmedo camino algo delicado para mis manos, corona un puerto donde solo puedo intuir que las vistas debían ser fantásticas y hoy no me tocaba verlas, bajando ya, la niebla empieza a escampar y aparece un viento que que se lleva cualquier rastro de nubes.
Vuelve el asfalto en grandes llanuras plagadas de cactus. Estoy en la mítica ruta 40. 






Con la temperatura y los ánimos subiendo voy entre solitarios y bellos paisajes.






Y finalmente llego a mi destino sobre las cinco de la tarde.


Una vez descargada la moto y hecho el checkin me voy con ella a la plaza donde había visto tres moteros con grandes Ducatis trail en una terraza. Aparco orgulloso mi Tenerinha  cerca, pido un bocata y me siento en la mesa de al lado. No hay ni un triste saludo, peor para ellos no les pienso ni ofrecer un trozo. Jugamos en ligas distintas y estos están en gilipollas de primera división. 
A mi derecha veo otra moto, una transalp 600 que además le falta la rueda trasera, llega su dueño con la rueda recién reparada de un pinchazo y se propone montarla, pero antes saluda efusivamente en mi dirección, y yo hago eso tan divertido de mirar hacia atrás a ver a quién saluda, no hay nadie más que yo, no solo dejo de sentirme invisible sino que devuelvo el saludo y voy a hasta allí con mi bocata para charlar con él y echarle una mano en el montaje de la rueda. Es Abél, un porteño recién mudado a Salta y de excursión por los alrededores. Compartiríamos cena y charla hasta bien tarde. 
Entre muchas otras cosas me advirtió que la ruta que yo quería hacer mañana por la R 40 hasta Cafayate era durísima, literal. Con 160 kms. muchos de ellos de pista rizada y arenales. A  estas alturas lo veo asequible por duro que sea pensé.  
Y de lo mejor que se puede hacer en Argentina para rematar el día.



Hoy no he salido hasta las diez de la mañana, las charlas con un argentino no suelen ser cortas. Como ya me avisó Abél la ruta de hoy ha sido realmente dura y las altas temperaturas también han ayudado a que así sea.
Los primeros kilómetros han sido mas o menos rizados y ahora un rato de pié y otro con el culo en el rulo lo voy llevando.






Muchas paradas para hidratarme y comprar agua fresca cuando se encuentra alguna tienda en medio del camino.


Luego ya han venido muchos kilómetros de arenales.




A medio camino se encuentra una especie de posada, donde poder desayunar y tomar café en una sombra no tiene precio.






En estas condiciones mi velocidad es muy baja y mi precaución quizás demasiado alta, aún así he visto en varias ocasiones como se me iba la rueda delantera con sus respectivos sustos. Con arena me enseñaron a estar de pié y dar gas, siempre gas,,, durante 160 kms ?? Cuando la cosa se me complica, bien sentado y los pies en el suelo, que por cierto, se llenan de arena. También me enseñaron a cambiar las presiones por campo, y la verdad es que ni las he mirado en todo el viaje y a falta de pinchazos, las palancas, parches y bomba solo han hecho que pasearse conmigo durante muchos días. Y espero que siga así, aunque ya se empieza a apreciar el desgaste de las gomas y voy pensando en el cambio de la trasera por lo menos.





Lugares de fantásticos pliegues y alguna bodega se empieza a ver también, voy viendo carteles de una ruta del vino.


Poco a poco van pasando alucinantes paisajes y kilómetros, ya hacia el final como unos badenes para salvar riadas, que en vez de agua llevaban una fina arena, me confirma que el camino siempre puede ir a peor y a veces a mejor también. Depende de si uno va o viene.




Por sorpresa mía 30 kms. antes de llegar ha empezado el asfalto en la R40. Aprovecho para descansar en una buena sombra y babear con una familia que se bañan en una poza donde cae un gran chorro de agua desde un tubo en lo alto.


He estado un buen rato mirando como jugaban los niños en el agua muerto de envidia.
Justo aquí empieza a cambiar el árido paisaje.


Lo que era una hora mínimo a destino, se ha convertido en quince minutos máximo. Por una carretera bastante nueva y con muchas viñas al margen. Entre estas y el asfalto todavía se ve la fina arena del lugar.
Antes de entrar a Cafayate lleno el depósito de la moto y voy en busca del hospedaje, que son como unas cabañas de madera en un extremo del pueblo, muy correctas y a buena distancia del centro para poder ir andando y estirar las piernas. 
Una deseada ducha y una buena sombra en el jardín mientras repaso rutas, hablo con la familia y como no, fumo. Fumo y observo esta ADV brasilera con su curiosa matricula.



El juego era adivinar quién de los dos que estaban en el jardín con sus portátiles era el dueño. Era un juego fácil, pero me hacía gracia alargarlo y en ese momento todos estamos enfrascados con el wifi. Tenía ganas de charlar con el brasilero pero más tarde quizás.
Me he ido al centro en busca de una buena y merecida cena, hoy que recuerde comí un sandwich a media mañana. Y la churrasquería que elijo no empiezan a servir cenas hasta las nueve o nueve y media. Algo habitual aquí, yo a las siete ya cenaría pero ellos se ponen muy tarde. Unas cervezas para hacer tiempo y algún paseo más por la plaza donde no paraba de llegar gente corriendo a una meta , mientras otros aplaudían. Se estaba celebrando alguna carrera con gente que no eran de allí.
Finalmente tuve mi recompensa.


Medio kilo de asado de vacío con unas cervezas artesanales y rematado con un buen café, música en vivo y unos cigarritos, han puesto broche de oro para un día tan duro como grande. 

Después de desayunar he estado charlando un rato con el brasileño de la BMW, estaba buscando rutas para una agencia de viajes en la que trabajaba, interesante y envidiable trabajo. Me ha recomendado una ruta por Brasil que ya tenía marcada para hacer, pero si encima es recomendada por alguien conocedor de la zona, mucho mejor.
Otro día de salida tranquila, a medida que le voy viendo el final al viaje voy con más calma en todos los sentidos, disfrutando cada momento, como relentizándo lo inevitable.
La salida de Cafayate ha sido seguida de viñas y bodegas. Una estrecha y entretenida carretera de asfalto roto, ha empezado a subir por cerros y la temperatura a bajar, al coronar y empezar el descenso, el paisaje cambia radicalmente y el verde se va apoderando como si fuera un paisaje pre alpino. Si la subida ha sido buena, en la bajada he disfrutado gastando las gomas por los laterales. 
Sobre las once ya he hecho 100 kms. casi sin darme cuenta y paro en un restaurante para desayunar, pero aquí las que marcan los tempos son las parrillas y estas todavía no tenían brasas, pues un cigarrito y a seguir.
Ya en el segundo tramo de hoy, me veo en una carretera muy sinuosa llena de vegetación tropical, donde no se puede ver nada que no sea verde, muchas sombras y temperatura en aumento y tornattis, muchos tornattis, siempre en bajada.
Hay una especie de bar en medio de una curva y vuelvo a intentar comer algo. Es el típico sitio que nada más pedir, ya estoy arrepentido y saldría corriendo, pero también sé que si empiezo así al final no comeré. Como una dudosa empanada y un café malo, con que no me haga daño me conformo. Hasta el día de hoy ni un dolor de barriga, imagino que algo tendrá que ver la suerte, como con los pinchazos.



Dejada atrás la fantástica carretera de montaña, empiezo el tercer y último tramo de hoy, todo bien recto y finalmente una autovía para acceder a mi destino de hoy, San Miguél deTucumán. Una gran ciudad, encuentro el hotel a la primera. Un hotel de categoría en la misma Plaza de la Independencia que se ha quedado desfasado en el tiempo, aunque con el aliciente de tener una buena piscina en la terraza.



Un chekin rápido, la moto guardada y a disfrutar del agua con vistas a la ciudad.




Se podría decir que amorticé el hotel todo lo que pude.
Fresco y en chanclas voy a comer alguna cosa más triste que la de ayer y a dar una vuelta por el centro que hoy lo tengo cerca.








La ciudad es parecida al hotel, en el sentido de que parece que tuvo tiempos mejores,
Y parece que la Navidad está aquí al lado, aunque me resulte extraño por la indumentaria en general.




Otro baño tras el paseo y ya casi a punto para cenar. Lo hago en una pizzería en frente del hotel con una terraza grande en la calle y aquí me deja con mal cuerpo ver a niños y niñas con bebés pidiendo a los clientes, pero no piden dinero, preguntan si te vas a comer lo que sobra en el plato, lo que ya no quieres y eso se lo llevan, o mejor dicho se lo comen allí mismo. Trozos de pizza, batidos, mierdas varias para la pura subsistencia. Una imagen triste sobre las miserias de la calle para acabar el día.


Hoy me he dormido, creo que por primera vez, quizás los 400 kms. de rectas que me esperan hasta Quimili no entusiasman demasiado.
A una velocidad media de 90 kms/h a la que someto a la Tenerinha para que vaya relajada, se hacen muy cansinos estos trayectos.
Me voy con mi bolsa al parking a unos metros del hotel y la temperatura a las diez de la mañana ya es bastante alta. 
Salgo sin problemas de la gran ciudad y hoy solo se trata de hacer kilómetros entre grandes y monótonas pampas y solo hago eso. Una sola foto en todo el día, a la llegada. 
Debía ser saliendo de la región de Tucumán donde me encuentro un control policial, me da el alto y pide los papeles, todavía no había sacado los papeles, se me acerca a la oreja ( yo con el casco puesto ) y me dice...
- Hay que colaborar 
Estoy sordo... Eh?
- Hay que colaboraaar... Repite.
Le pregunto si los papeles están en orden. Mientras asiente con la cabeza, vuelve a insistir...
- Hay que colaborar.
Ya se empieza a cabrear y empieza un interrogatorio.
- ¿De donde viene?
- Tucumán. Respondo yo.
- ¿A donde va?
- A Quimili.
- ¿Provincia?
Mierda!! Me ha pillado pensé. Y su cara fue de...Te pillé!
- Hay que colaborar. Sigue insistiendo.
Saco el paquete de tabaco y le ofrezco un cigarrillo , pero niega con la cabeza y vuelve con la canción.
- Hay que colaborar...Pero esta vez añade - Una gaseosa.
Bueno, por lo menos ya le hemos puesto precio a la cosa y empiezo con las penas, que si no llevo nada, que si voy buscando un cajero..
- Un cajero...Dice descreído.
Y volvemos a las mismas, colaboración y ahora además gaseosa.
Ya estaba abriendo la cremallera del bolsillo para sacar la cartera, pensando que ahora al ver pasta, palmaba seguro.
Finalmente y como se había formado un poco de cola detrás, me ha dejado ir con no muy buena cara.
He salido pitando y apretando a la pobre moto por miedo a que se lo repensara, al momento ya estaba riendo y saboreando mi pequeña victoria.
En un par de tiradas largas llego a destino, un lugar con poco interés, en el que justo esos días estaban deteniendo a personas importantes del pueblo en relación a un macabro asesinato de un niño. Por lo que sonaba una sirena como de alerta en todo el pueblo que ponía los pelos de punta. 
Un barato hostel de carretera donde fue complicado dormir y otro día más.
 La foto !



Hoy tocan otra vez más de 400 kms. por interminables y aburridas rectas hasta Corrientes
Me dormí tarde y me levanto temprano, tenía un caballo en la habitación de arriba. 
A las ocho ya estaba en marcha habiendo desayunado y descansado poco, hago una tirada de 230 kms. cuando paro a repostar y comer algo en un día otra vez muy caluroso, se nota la llegada del verano.
Un par de paradas más y llego a destino sobre las cuatro de la tarde. Me esperaba una ciudad más bulliciosa y grande, parece tranquila.


Tras la rutina ya de descargar, ducha etc., voy dando un paseo hasta el parque que esta a orillas del río Paraná .


Con una anchura impresionante.




El mismo río que vi al principio del viaje en Iguaçu, me hace repasar un poco lo vivido .

Otro día caluroso y de grandes tiradas rectas entre verdes pampas donde pastan vacas y caballos. La visión es algo más bucólica que días atrás.


Es evidente que esto se está acabando, ya falta menos para llegar a casa.


Un poco de desayuno en uno de esos bares otra vez, que lo mejor que tienen es la mesa en la calle para fumar.


Algún peaje de los que hay en los límites de regiones o provincias.


Menos en Brasil, en el resto de países visitados las motos no pagan. Hay un estrecho carril a la derecha para el paso de motos y bicis si es el caso. Algunos tienen un pulsador para levantar la barrera, muchos son de tierra y otros como alguno en Perú de arena fina, por los que mejor no pasar. Si pasas por el sitio de coches y tienen sensores a veces se cabrean porque saltan y no cobran.
A eso el día se ha ido tapando y ha empezado a llover, lo que ha a hecho que me ponga el impermeable y gracias a eso seguramente a dejado de llover, con lo que el bochorno dentro del traje se ha hecho insoportable, por lo que me lo he quitado de nuevo. Un poco más tarde el cielo se ha ido poniendo negro delante mío y veía la cortina de agua a poca distancia, paro, no paro...hasta el punto en que se cruza esa cortina un lado seco y el otro mojado. Pues va a ser mejor que pare de una vez que ahora parece que va en serio.




Esta vez me ha costado ponerme el impermeable, unas fuertes ráfagas de viento me lo han puesto difícil. Y eso me hace recordar la conversación con la chica del bar. Según me contó hacía un par de días un huracán había causado destrozos en el pueblo. Y la verdad, yo no sé que hay que hacer en esos casos a parte de acojonarse. Ahí debajo de los árboles no sabía si era mejor o peor, si recular o quedarme...las vacas de la granja mugiendo todas juntas, vaya que sin querer se me aceleró la respiración.


Decidí quedarme encima de la moto hasta que aflojara, por miedo a que se cayera si la dejaba sola y afortunadamente no fue a más. Alguna ráfaga fuerte y poco más.
Pero le tengo respeto a esta naturaleza viva. Tiene su genio.


Media hora después ya solo queda alguna ráfaga de viento y me pongo de nuevo en marcha, estoy tan solo a 40 kms. de mi destino de hoy, Posadas ya en la región de Misiones.
Cuando llego ya ha dejado de llover, aunque por las obras cercanas y el tránsito de camiones la carretera está roja por el barro. Parada a repostar y a quitarme el impermeable antes de acceder al centro.
Es una de esas sensaciones agradables de ir en moto, después de una tormenta de verano quitarte el impermeable y sentirte rodando fresco y liviano.
Llegada al hotel ducha frankfurt guarro y a pasear.


Voy calle abajo a ver de nuevo el Paraná, tiene algo que me atrae.
Un cuidado paseo con una antigua estación de tren y vistas a Paraguay.


Una gran mangifera ornamental.






Argentina


Paraguay



Una vuelta por el centro una buena cena y a dormir.






Salgo sin complicaciones de la ciudad en un día bueno que pinta va a ser caluroso también, siguiendo el cauce del gran río en el último día por Argentina, una ruta que hoy será corta y turística.


Le fértil tierra roja es difícil de ver por la espesa vegetación, una divertida carretera de toboganes me acerca a la Misión de Santa Ana, la primera que encuentro y visito.
El boleto de acceso cuesta 200 pesos y sirve para visitar seis o siete de las misiones argentinas.
La verdad es que no queda mucho por ver, la selva no da tregua y reclama lo que es suyo. Aún así me gusta imaginar lo que aquí hubo.










Vista Santa Ana voy a ver la más grande y bien conservada, La Misión de San Ignacio Mini. Siendo mucho más turística (en la anterior estaba solo) no encuentro mucha gente y todo y que no queda mucha cosa en pié, la disfruto mucho y hago fotos para aburrir, me escapo del guía y me puedo mover solo y hacer fotos antes de que llegue el grupo.








Será porque la peli de La Misión,(que no era aquí) me gusto mucho, que he disfrutado de poder estar tanto aquí como antes en las cataratas de Iguaçu.



A la salida como justo delante en una churrasquería donde me habían dejado guardar la bolsa y la moto, una parrillada de puta pena y me doy una vuelta para comprar algún recuerdo. Otra vez la miseria con los niños indígenas guaranís pidiendo alguna cosa a los turistas. Recuerdo aquel crío de unos cuatro años teñido de rubio que me pedía dos pesítos mientras rechupaba un sucio peine con el que se iba acicalando un chavalín entrañable.
Con un fuerte calor, sobre las tres de la tarde pongo rumbo a mi destino de hoy, San Javier , un pueblo con poco encanto ni interés, pero es donde está el paso en barca a Sao Xavier al otro lado del río Uruguay que me separa de Brasil
En el pueblo hoy celebran la fiesta de la caña, pero aquí todo empieza muy tarde y mañana sábado tengo que madrugar, ya que solo cruzan el río fronterizo dos barcas, una a las ocho y otra sobre las diez, y me gustaría coger la primera.
A dormir mi última noche en este país en un sencillo pero confortable hotelíto.




                                               BRASIL




Me levanto a las 6.30 para estar temprano en el embarcador, ningún sitio donde tomar café, a las 7.15 ya en el paso fronterizo, solo dos coches delante y me dicen que la barca hace el primer paso a las 8.45.






Un paso pequeño y con poco tránsito, por lo que se hace tranquilo y relajado. 
Lo primero es pagar 100 pesos por la barca y luego hacer migraciones con los agentes que han llegado a las ocho, rápido y fácil. Ya en la cola para acceder a la barca la policía me pide el papel de importación temporal que no tenía, y aquí es cuando viene lo que ya he contado, que me dice que si no me lo dieron lo debía haber exigido y todos los problemas que podría haber tenido. Pero ella parece de buena pasta y no tiene ganas de complicarme la vida, así que con el aviso me doy por informado y me deja subir a la barca sin más complicaciones. 

  




El río Uruguay está cruzado en cinco minutos y ya desembarcamos  en Brasil.
En inmigración brasileña también ha ido todo sorprendentemente rápido. Aquí por fin ya no hay papeles de importación de la moto, está en casa, está llegando, cada vez me quedan menos dudas de que lo vamos a lograr, una gran moto que ha conseguido enamorarme. Tanto que empiezo imaginar de llevármela a casa. Pero estaría fuera de su hábitat, donde ingenieros de ITV´s se la mirarían como a bicho raro y nos atosigarían con papeles y homologaciones. No va  a ser posible querida, tu sitio está aquí en las duras selvas de las calles brasileras. Pero pase lo que pase ya, te has ganado un buen sitio en mi garaje imaginario.


A diez metros del paso fronterizo aparco la moto y hago un simulacro de desayuno. Sin un café me cuesta funcionar y así como en los países que dejo atrás a veces es complicado de encontrar, en Brasil está presente en cualquier lugar, en muchas ocasiones es como el agua de las fuentes artificiales y no se cobra.


Cambio toda la moneda y rebusco cincuenta reales que me quedaron por algún bolsillo, esta vez ya tengo el xip, solo hace falta recargarlo, en una farmacia por ejemplo, aquí hay muchas.




Todo más rápido y sencillo esta vez, excepto el idioma. Hay que volver a esforzarse para entenderse y es ahora cuando le doy valor a estar en países lejanos y que el idioma no sea una dificultad añadida. Aunque el portugués tampoco es muy complicado para un latíno. 
Salgo con destino a  Ijui donde me espera un hotel con piscina en un día que parece propicio para ello. No tendría más de 200 kms. por lo que fue un día de ruta muy relajada y los paisajes acompañaban, unos inmensos campos cultivados, todo ordenado y limpio por aquí, las casas con cierta armonía en formas y colores vivos y unas buenas carreteras, evidencian un nivel económico bastante superior. Eso también incluye radares, muchos radares, de los que ya estoy escarmentado. De los primeros días por carreteras brasileras me inmortalizaron en tres ocasiones, hay muchísimos radares en brasil y bien operativos. Una duda que tenía al pasar la frontera, era que me hicieran abonar las multas pendientes, de momento siguieron pendientes. 


Entre plácidas carreteras y radares pues, hago paradinha para comer en una de las ya conocidas churrasquerías de kilo. Todo es un poco más fácil por aquí, como encontrar lugares en los que comer medianamente bien y a buen precio.
Llego al complejo hotelero sin ninguna complicación , esta en una vía de servicio paralela a la carretera, a buena hora para darme un baño. Unas casas de planta baja diseminadas en un gran espacio ajardinado.


Una vez refrescado y olgazaneado un poco por el lugar, agarro la moto y voy a la pequeña ciudad de Ijui, donde intento sin éxito sacar dinero. En este país cuesta más que en los anteriores, ya que a pesar de haber más bancos y cajeros son pocos los que operan con las tarjetas más comunes, por lo menos para mí. 
Una cena y a a tomar café con un cigarrito al hotel.
Aprovechando la buena cobertura, hoy volveré a ver la peli de la Misión...



Con 300 kms. por delante en principio de buenas carreteras no he madrugado demasiado y voy tranquilo por paisajes parecidos a los de ayer, entre nubes y fresco. Ideal!
Todo sigue indicando que me acerco a casa.


En una parada para repostar, aprovecho y hago algo muy usual aquí, cambiar aceite en la misma gasolinera, sin más coste que el propio aceite y como no tienen filtro, me lo limpian un poco. Ha recorrido demasiados kms. con el que le cambié a la salida del río boliviano y algo menos de un litro que le habré añadido desde La Paz. Por suerte la perdida no fue a más.
Una parada en un bufet de kilo y los 100 kms. restantes del tirón hasta mi destino de hoy, Veranópolis, ciudad de la longevidad dice su reclamo turístico.
Ando con cierta paranoia por los radares aunque se ven con bastante antelación y de vez en cuando avisan en algún tramo con el lema...fiscalizaçao electrónica. En una solitaria carretera y con la guardia baja, me acabé comiendo uno, instintivamente frené fuerte, tanto que crucé la moto mientras chirriaban los neumáticos, en esas circunstancias con semejante máquina, tuvo su gracia.
El parque hotel de hoy es similar al de ayer, aunque a parte de jardines aquí hay bosque también con grandes arboles tropicales.


Paso un buen rato en el porche aprovechando la buena temperatura, preparando o retocando las rutas para los últimos días que quedan y ya cojo también los hoteles y dejo de preocuparme por el alojamiento, algo que es tan necesario como cansino para mí.
Con los deberes hechos ya casi de noche, me voy a dar una vuelta y a cenar.






No sé si lo de los relojes por los cuatro costados de las dos torres tiene que ver con lo de la longevidad.



Y para cenar un curioso buffet libre en el que después de servirte, los camareros van ofreciendo incansables, porciones de pizza de todos los gustos y colores de una muy buena calidad. Para reventar!


Así llego al fin de la jornada,  con la barriga demasiado llena, recuperando peso a marchas forzadas.

Amanece el día lloviendo y aunque tengo una buena tirada he ido haciendo tiempo tuneando el impermeable hasta que ha aflojado un poco. El tuneo ha consistido en poner una goma que pase por debajo de las botas, hasta ahora al ser un poco corto y sentarme en la moto, quedaba justo por encima y toda el agua iba  a parar adentro.Y funcionó!
Una vez todo montado y repostado empiezo la ruta. Al cabo de un kilómetro estoy encarado a un camino de tierra roja bien empapado. Esto no estaba previsto. Me paro indeciso y empiezo a trastear el GPS buscando rutas alternativas. Llega un simpático chaval con una 125 y me cuenta que él también está de viaje, es su segundo día y ya lleva 400 kms., y mira que casualidad también se dirige a Florianópolis a llevar un regalo a su sobrino. Por todo equipaje lleva una pequeña bolsa y unos zapatos en la parrilla de la moto.
Con su optimismo y jodida juventud me ha convencido para ir por el camino, que según decía no había pasado nunca , pero sabía a ciencia cierta que como mucho eran 35 kms. de pista hasta el pueblo llamado Antonio Prado y a partir de ahí estaba asfaltado.
El barro hacía el camino algo delicado para mí, pero si lo hacía aquel chaval con ropa de calle y ruedas lisas, un gran aventurero como yo no iba a ser menos, aunque fuera apretando los dientes y orificios varios.


Hemos rodado unos kilómetros juntos, ahora paraba yo a hacer una foto, luego él a fumar, luego fumo yo. Con este ritmo veo que no voy a llegar nunca y la ruta ha salido algo más complicada que lo planeado y en un desvío a un pequeño poblado nos perdimos la pista, él se metió hacia allí y yo continué. Quizás lo vería algún día por Floripa


A los pocos kms. encuentro un desvío para la cachoeira do Usina, una cascada de la que me hablaron ayer en el hotel. Y me acerco a ver que tal.






Un solitario lugar, perfecto para relajarse respirar hondo y salir con las pilas a tope.
Llego a Antonio Prado y efectivamente acaba el camino y tras un empedrado llega el asfalto, en una nueva y rápida carretera que me lleva hasta Vacaria donde lleno el depósito y me dicen que encontraré toda la carretera asfaltada hasta Bom Jesus. Ahora pregunto mucho sobre el tipo de firme que me voy a encontrar, aunque al final, más allá de 100 kms. la mayoría de la gente o no lo saben o como este de la gasolinera se equivoca. 
Llegado a un cruce desde donde veo el pueblo de San Jose de los Ausentes decido desviarme y buscar donde comer y menos mal, hasta aquí la carretera ha sido de película  pero al poco de seguir ruta he vuelto a desaparecer el asfalto y me encuentro en un camino muy guarro. Según el GPS me quedan 150 kms. y quiero creer que como mucho solo 60 serán de tierra, pero la verdad es que ya no me creo nada. El camino tiene muy buenas vistas y en un principio con unas casitas muy monas y tierras bien cuidadas, todo muy bien arreglado, menos el camino.
La niebla a ido haciendo acto de presencia y el día se ha ido estropeando de nuevo.


En uno de estos puentes ya he parado a ponerme el impermeable y decididamente la tarde se estaba complicando.
Estos puentes largos todavía tienen protecciones, los cortos no, y dan un poco de inseguridad. Hay que mirar la salida aunque tiente mirar de reojo el río.



Este es largo y sin protección, pero este por suerte lo pasé paseando.
A las cuatro de la tarde con agua, niebla, barro y unas gafas que se empañan y empeñan en no dejarme ver, me encuentro una señal de camino cortado por obras, pero como hay roderas recientes decido seguir un poco hasta que veo un coche de frente, el único desde que me metí en esta pista, lo paro y me confirma que no se puede seguir. Y con todo mi pesar doy la vuelta mientras el GPS insiste en que no, que mi ruta es esa y no da recálculo alguno.
En un cruce de caminos que hacía un rato había pasado hay una pequeña casa que venden miel y me acerco a preguntar a ver que puedo hacer en medio de ninguna parte. Me dan un par de opciones que me desvían mucho de mi camino, a cual peor, y escojo la menos mala. Debo ir hacia Cambará do Sul por 40 kms. más de pistas destrozadas por el agua y de aquí hasta Praia Grande siguiendo otros 50 kms. más de pistas.
Pasadas las cinco de la tarde llego a Cambará y paro a repostar y a recalcularme yo, ya que me estaba estresando. Es lo que pasa cuando se ha cogido un hotel y ya ves que no vas a llegar. Con la vuelta dada estaba a más de 200 kms. y me iba a caer la noche en medio de un camino como poco, en malas condiciones. Decido llamar y anularlo dando la pasta por perdida, pero la amable chica que me atiende por suerte en español, no me pone pegas, lo anulamos y no me hace ningún cargo, cuando estaba en todo su derecho. 
Ya está hecho y decidido. Me voy a merendar y luego busco donde dormir.



Más tranquilo busco una posada de las muchas que hay por aquí ya que este es un sitio turístico por la proximidad de dos parques nacionales, Aparados da Serra y Serra Geral. 
Acabo dando con una posada muy económica en la que me atienden estupendamente y tengo buenas charlas con el dueño que me recomienda unas cascadas para visitar mañana que me vienen de paso.
Ha sido un acierto tomar aliento y quedarme aquí.
Salgo a dar la vuelta de rutina en busca de cena y me encuentro un lugar con bastantes servicios pero casi todos cerrados y los que están abiertos casi vacíos, un pueblo con muy poca vida. Debemos estar en temporada baja. Aún así consigo cenar algo y me voy a dormir con otro día completito.



El día empieza gris y amenaza lluvia, salgo ya preparado con los pantalones impermeables tuneados y lo que suelo llevar en los bolsillos en la maleta a cubierto. Y efectivamente al poco de ponerme en marcha empieza a caer un agua fina que parece que no moje pero acaba calando.  
Al principio el camino era bueno y bastante seco, a medida que pasaban los kilómetros, menos bueno y más mojado.
El mayor problema que tengo siempre en estas circunstancias adversas son las gafas, o se empañan o se mojan cuando acabo subiendo la visera, y el no ver bien es peor que cualquier otra cosa.
A medio camino está la visita obligada al cañon Itaimbezinho y a pesar de la lluvia y la niebla me desvío a ver si soy capaz de hacer alguna foto.
Hay una entrada con barrera pero no se paga, solo apuntan la matrícula y una vez en el aparcamiento me acabo de poner la parte de arriba del impermeable y me voy dando un paseo por la zona constatando un par de cosas, que hoy no va a ser el mejor día, ya que se ve bien poco y que aquí llueve mucho.





Oigo caer el agua pero no veo nada, por un momento se aparta la neblina para que pueda sacar una foto y dé la incómodo excursión por terminada.



Recojo las cosas y me planto de nuevo en el camino, nada más salir al cruce veo un autocar de linea, me cuesta asimilar que circulen por estos caminos, baja o sube alguien, se pone en marcha de nuevo y decido quedarme detrás, no sea que le vaya a estorbar. Pero la pista se vuelve tan mala, llena de hoyos, grandes charcos y piedras , que el autocar hay tramos que tiene que ir muy despacio, por lo que decido adelantarlo y poco a poco lo voy perdiendo por una pista que una vez ya en descenso está destrozada por el agua. Por lo menos la niebla va desapareciendo a medida que desciendo y por arte de magia aparece el asfalto, un asfalto nuevo y fino que espalda y moto agradecen, pero poco dura la alegría, dos kms. concretamente y vuelve la pista rojiza y rota llena de regueros, al poco rato, otra vez asfalto, camino, asfalto... Una extraña manera de hacer carreteras, aunque le he acabado sacando partido en forma de diversión. Asfalto...gas! Tierra con asfalto a la vista...más gas !! Poco a poco ha ido ganando el asfalto, menos en las curvas de herradura que las dejaban en carne viva. Finalmente la cosa ha acabado en una y nueva estupenda carretera.
Paro en el primer lugar con pinta de tener café que veo y me quito algo de la mojada ropa ya que la temperatura es buena. Es una tienda bar de souvenirs donde tomo un café y como unas rosquillas igualitas que las que hace mi madre a miles de kilómetros. Increíble!
El dueño del local me explica que el estado de esa carretera inacabada y la culpa de que no comunique los dos pueblos es de la corrupción que hay en el país. Por lo visto el gobierno pidió alguna comisión abusiva a la constructora portuguesa y esta se largó dejando la obra a medias. Que cosas!!
Ya desde aquí he ido por carreteras entre campos sin demasiado interés y voy a parar a una autovía con menos interés todavía. 180 kms. de autovía donde he apretado un poco más de lo habitual a la Tenerinha comprobando puede correr bastante para lo que es.
Llego a Laguna mi destino de hoy, un pueblo de costa grande y mas bien feo, todavía en temporada baja, por lo que además un tanto fantasmagórico.


Descargada la moto y duchado, la cojo de nuevo y voy al centro que está alejado a comer alguna cosa y a pasear por el muelle. 









No se si será por la cerveza , pero me ha parecido por un momento ver el lomo de un delfín.
Una vez en el hotel de nuevo, el amable chico de recepción me cuenta que aquí los delfines tienen un gran protagonismo y me ha recomendado visitar mañana el faro por donde está el estrecho de la laguna. Por lo visto es un espectáculo donde delfines y pescadores aúnan esfuerzos por un bien común. 
Con este vídeo que me enseño consiguió captar todo mi interés.





El último día de ruta empieza gris, como el primero y ya salgo con el impermeable puesto, al faro de la laguna para intentar ver algún delfín. Solo he conseguido por unos segundos ver el lomo de lo que creo era uno de ellos. Charlo un rato con un par de pescadores jubilados, que me piden paciencia para ver alguno, de todas formas me entero, de lo que he visto en el vídeo sucede en el mes de junio. Ellos comentan que mejor pasar la mañana con las redes que en casa con el ordenador y se lo compro.





Algún venerado delfín se dejo fotografiar





Tras dudar de si seguir por la costa y llegar a Floripa en 140 kms. o a pesar del día hacer la ruta prevista por el Parque nacional do Sao Joaquim y cruzar la Serra do Río Rastro, me decido por la segunda, tengo ganas de estirar esto hasta el último minuto. 
Una vez allá, me encuentro con una carretera de montaña de las muy buenas, pero arriba en la cima ya se veía nublado y a medida que ascendía por la espectacular montaña, una espesa niebla me impedía de disfrutar de aquello en toda su magnitud. He llegado a ver unos saltos de agua en una paredes verticales, alguna cascada  cae a tocar de la carretera y el agua corre por el asfalto. Una lástima no verlo en buenas condiciones. Al coronar hay un control de carreteras por el que imagino no sería posible ver si te dan el alto. La bajada por la cara oeste ya no es retorcida como la anterior y se baja rápidamente y desaparece la niebla dando paso a un día radiante entre suaves y verdes valles.
He parado a desayunar en una gran churrasquería y he acabado comiendo para una semana. Hablando con el propietario sobre la posibilidad de volver a subir, ya que aquí a pocos kilómetros está tan claro, me desanima, porque por lo visto hoy las nubes de arriba se quedan por todo el día o por muchas horas.
Sigo mi camino bien comido y fumado a mi último destino del día y del viaje Florianópolis, por una carretera entretenida y que a medida en que me acerco a la costa de nuevo, se va intensificando el tráfico. Unos kilómetros antes de llegar como es habitual la autopista de tres o cuatro carriles esta colapsada, pero aquí suelen dejar un buen pasillo para que las motos pasen, pasemos a velocidades seguramente demasiado altas.
Al cruzar el gran puente que une el continente con la isla, me he emocionado y de pié en la moto he empezado a chillar y a reír. 
Salí encogido sin saber muy bien hacia donde y llego más viejo, cargado de vida, nuevas experiencias y una barba que haría llorar a mi nieta, ella, tan pequeña y con la fuerza de cambiar vidas y vivencias de quienes la rodean.

La moto ha cubierto todas mis expectativas, solo he echado en falta en ocasiones puntuales algo más de potencia,  justo llegar a la puerta de casa veo la maleta trasera algo caída, al moverla tiene bastante juego. El subchásis trasero está partido.
Unos día más tarde me pondría con ella para dejarla otra vez en un estado óptimo.









Las ruedas justas, pero aguantaron los 13 o 14.000 kms. de todo tipo de terreno a ritmos tranquilos habitualmente.
El tubo de presión no llegó a romperse y se mantuvo en una perdida moderada de aceite.
En cuanto al cuadro, se intentó reparar ( aquí todavía se arreglan todo tipo de cosas ) pero no conseguimos que reviviera y se compró uno de ocasión.
El amortiguador desconozco el estado cuando salí, pero a la llegada estaba muerto.
La moto se podrá vender más o menos en lo que costó.

45 días intensos, llenos de vivencias.








2 comentarios:

lluisa dijo...

bueno, comiste bien y mal .dormiste bien y peor pero la experiencia de un viaje así ha valido la pena

lluisa dijo...

fantástico

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